jueves, 17 de noviembre de 2016

Concilio Vaticano II

INTRODUCCIÓN
  • Concilio: asamblea de Obispos para precisar doctrina (promulgar dogmas), condenar herejías, reformar disciplina eclesiástica.
  • Ecuménico: todos los obispos, expresando unidad.
  • 21 Concilios en la historia de la Iglesia, comenzando desde los tiempos apostólicos (Hch 15). El anterior a C.V.II: Concilio Vaticano I (1868), interrumpido.
  • El Concilio Vaticano II transcurrió de 1962 a 1965, fue convocado por Juan XXIII y concluido por Pablo VI.
Es el acontecimiento eclesial más importante del siglo XX, marcando el final de la contrarreforma, haciendo evidente la transición (aún se discute qué tipo de transición).

***

1. ANTECEDENTES HISTÓRICOS
  • En la Iglesia había un ambiente de paz, salvo algunas tensiones. No se enfrentaba a grandes herejías o discusiones teológicas, aunque comenzaban a percibirse modernismo, comunismo e ideas liberales en los Seminarios y Universidades. Contaminación filosófica de la verdad cristiana por vía de inmanencia.
  • El mundo estaba en un proceso de urbanización, comenzando la sociedad de consumo. Televisión, hambre, derechos humanos, carrera armamentista.
  • Intelectualmente se encontraba un vacío existencial generalizado, pseudo encaminado en los movimientos "anti-sistema", nihilismo, etc.
  • Paralelamente, el movimiento optimista inspirado en Jacques Maritain, el miedo al conflicto, el humanismo y el rechazo del concepto histórico de Cristiandad (deterioro de los Estados cristianos)
***

2. EL LLAMADO AL CONCILIO

San Juan XXIII fue elegido en 1958 como un Papa de transición, debido a su edad avanzada y modestia. Pero sorprendió con su temperamento alegre, calidez y generosidad. Tres meses después de su elección convocó espontáneamente al XXI Concilio Ecuménico, durante un breve discurso (25 de enero de 1959).

Fase preparatoria del Concilio

A lo largo de 1960 y 1961 se hizo una consulta a todos los obispos, institutos religiosos y universidades católicas, pidiendo que enviaran sus propuestas de temas a tratar. Se estableció una Comisión que coordinara y preparara los temas, se prepararon esquemas, se designaron teólogos peritos conciliares.

Se definen las metas del Concilio

En el discurso de apertura del Concilio, Juan XXIII explicaba el objetivo del Concilio:

Ante el progreso técnico autodestructor y ruina espiritual del hombre moderno, que la Iglesia
a) Sea purificada y fortalecida para dar vida.
b) Pueda mirarse para dar más eficacia a su vitalidad, santificando a sus miembros.
c) Pueda dar nuevas luces, pero siempre fiel a lo que Jesús espera de ella.
Que los laicos sean conscientes de su responsabilidad en la Iglesia. Es un llamamiento a todos los fieles, e incluso una invitación a los no católicos.
No somos terrenales, pero no nos deslindamos del mundo: que aparezca a todos el rostro de Cristo, que nos apremia a instaurar en el mundo una sociedad humana más recta y fraterna.

Surgió la expresión de "aggiornamento" (ponerse al día). La finalidad del Concilio era la renovación, el diálogo y la apertura. En un inicio no existía un plan orgánico y lógico sobre los temas a tratarse, pero había interés en tratar los temas de liturgia, diálogo entre cristianos, pobreza, etc.

Cuando Pablo VI inauguró la 2da sesión, señaló 4 metas:
  • Profundización de la naturaleza de la Iglesia
  • Renovación interna de la Iglesia
  • Reunión de los cristianos separados
  • Diálogo de la Iglesia con el mundo. 
La finalidad del Concilio no es dogmática: no se va a definir nada, o condenar alguna herejía. Es pastoral. Se trata de poner a la Iglesia en condiciones de evangelizar, volviendo a las fuentes, anunciando mejor, siendo consciente de su envergadura, predicando el mismo mensaje pero con nuevo lenguaje, ya no en combate con la cultura.

Tendencias 

La mayoría de los Obispos (2000 aprox.) deseaba apertura y renovación a diferentes grados e intensidades: se tenía una aceptación pastoral, menos interés por la formulación exacta. Se percibía una liturgia congelada, dogmatismo, moral rígida, distanciamiento y desconfianza, uniformidad pastoral.

Una minoría de obispos (250) era conservadora: luchaban por la estabilidad de la Iglesia y eran sensibles a los riesgos inherentes a todo cambio. Querían salvaguardar la doctrina. Se agruparon en el Coetus Internationalis Patrum "Grupo Internacional de Padres", con la finalidad de impedir que los errores liberales se introdujesen en los textos del Concilio. Se percibía influencia modernista en todas las esferas eclesiales.

Durante el Concilio se recurrió a los "textos de compromiso", caracterizados por su ambigüedad, para conciliar las diversas posturas.

***

3. LOS DOCUMENTOS Y MENSAJE DEL CONCILIO

El Concilio promulgó 16 documentos, de entre ellos los más importantes son las 4 Constituciones:

Dei Verbum, sobre la Revelación Divina (¿Cuál es nuestro cimiento?)
Lumen Gentium, sobre la Iglesia (¿Quiénes somos?)
Sacrosanctum Concilium, sobre la Sagrada Liturgia (¿Cómo lo celebramos?)
Gaudium et Spes, sobre la Iglesia en el mundo actual (¿Cómo salimos al mundo?)


Lumen Gentum
1. El misterio de la Iglesia
La voluntad del Padre Eterno sobre la salvación universal; misión y obra del Hijo; el Espíritu santificador de la Iglesia; el Reino de Dios; las varias figuras de la Iglesia; la Iglesia, Cuerpo místico de Cristo; la Iglesia visible y espiritual a un tiempo
2. El Pueblo de Dios
Nueva Alianza y nuevo Pueblo; el sacerdocio común; ejercicio del sacerdocio común en los sacramentos; sentido de la fe y de los carismas en el Pueblo de Dios; universalidad y catolicidad del único Pueblo de Dios; los fieles católicos; vínculos de la Iglesia con los cristianos no católicos; los no cristianos; carácter misionero de la Iglesia.
3. De la constitución jerárquica de la Iglesia y en particular del episcopado
4. Los laicos
5. Universal vocación a la santidad en la Iglesia
6. Los religiosos
7. Índole escatológica de la Iglesia peregrinante y su unión con la Iglesia celestial
8. La Santísima Virgen María, Madre de Dios, en el Misterio de Cristo y de la Iglesia

"Todos los fieles, de cualquier estado o condición, están llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad, y esta santidad suscita un nivel de vida más humano incluso en la sociedad terrena. En el logro de esta perfección empeñen los fieles las fuerzas recibidas según la medida de la donación de Cristo, a fin de que, siguiendo sus huellas y hechos conformes a su imagen, obedeciendo en todo a la voluntad del Padre, se entreguen con toda su alma a la gloria de Dios y al servicio del prójimo. Así, la santidad del Pueblo de Dios producirá abundantes frutos, como brillantemente lo demuestra la historia de la Iglesia con la vida de tantos santos.



Una misma es la santidad que cultivan, en los múltiples géneros de vida y ocupaciones, todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, y obedientes a la voz del Padre, adorándole en espíritu y verdad, siguen a Cristo pobre, humilde y cargado con la cruz, a fin de merecer ser hechos partícipes de su gloria. Pero cada uno debe caminar sin vacilación por el camino de la fe viva, que engendra la esperanza y obra por la caridad, según los dones y funciones que le son propios."

Dei Verbum
1. La Revelación en sí misma
Nauraleza y objeto de la Revelación; preparación de la Revelación evangélica; en Cristo culmina la Revelación; la Revelación hay que recibirla con fe; las verdades reveladas.
2. Transmisión de la Revelación divina
Los Apóstoles y sus sucesores, heraldos del Evangelio; la Sagrada Tradición; mutua relación entre la Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura; relación de una y otra con toda la Iglesia y con el Magisterio.
3. Inspiración divina de la Sagrada Escritura y su interpretación
Se establece el hecho de la inspiración y de la verdad de la Sagrada Escritura; cómo hay que interpretar la Sagrada Escritura; condescendencia de Dios.
4. El Antiguo Testamento
La historia de la salvación consignada en los libros del AT; importancia del AT para los cristianos; unidad de ambos Testamentos.
5. El Nuevo Testamento
Excelencia del Nuevo Testamento; origen apostólico de los Evangelios; carácter histórico de los Evangelios; los restantes escritos del NT.
6. La Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia
La Iglesia venera las Sagradas Escrituras; se recomiendan las traducciones bien cuidadas; deber de los católicos doctos; importancia de la Sagrada Escritura para la Teología; se recomienda la lectura asidua de la Sagrada Escritura.

"La predicación apostólica, que está expuesta de un modo especial en los libros inspirados, debía conservarse hasta el fin de los tiempos por una sucesión continua. Ahora bien, lo que enseñaron los Apóstoles encierra todo lo necesario para que el Pueblo de Dios viva santamente y aumente su fe, y de esta forma la Iglesia, en su doctrina, en su vida y en su culto perpetúa y transmite a todas las generaciones todo lo que ella es, todo lo que cree.

Esta Tradición, que deriva de los Apóstoles, progresa en la Iglesia con la asistencia del Espíritu Santo: puesto que va creciendo en la comprensión de las cosas y de las palabras transmitidas, ya por la contemplación y el estudio de los creyentes, que las meditan en su corazón y, ya por la percepción íntima que experimentan de las cosas espirituales, ya por el anuncio de aquellos que con la sucesión del episcopado recibieron el carisma cierto de la verdad. Es decir, la Iglesia, en el decurso de los siglos, tiende constantemente a la plenitud de la verdad divina, hasta que en ella se cumplan las palabras de Dios.

Así, pues, la Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura están íntimamente unidas y compenetradas. Porque surgiendo ambas de la misma divina fuente, se funden en cierto modo y tienden a un mismo fin. (...)

Es conveniente que los cristianos tengan amplio acceso ala Sagrada Escritura. Por ello la Iglesia ya desde sus principios, tomó como suya la antiquísima versión griega del Antiguo Testamento, llamada de los Setenta, y conserva siempre con honor otras traducciones orientales y latinas, sobre todo la que llaman Vulgata. Pero como la palabra de Dios debe estar siempre disponible, la Iglesia procura, con solicitud materna, que se redacten traducciones aptas y fieles en varias lenguas, sobre todo de los textos primitivos de los sagrados libros."



Sacrosanctum Concilium
Proemio
La Liturgia en el misterio de la Iglesia; liturgia y ritos
1. Principios generales para la reforma y fomento de la sagrada liturgia
a) Naturaleza de la sagrada liturgia y su importancia en la vida de la Iglesia
La obra de la salvación se realiza en Cristo; en la Iglesia se realiza por la Liturgia, presencia de Cristo; liturgia terrena y liturgia terrestre; liturgia, cumbre y fuente de la vida eclesial, disposición personal; ejercicios piadosos.
b) Necesidad de promover la educación litúrgica y la participación activa.
Formación de profesores de liturgia; formación litúrgica del clero, vida litúrgica en los seminarios e institutos religiosos; vida litúrgica de los sacerdotes; formación del pueblo; transmisiones de acciones litúrgicas.
c) Reforma de la sagrada liturgia
Sólo la Jerarquía puede introducir cambios en la Liturgia; conservar la tradición y apertura al legítimo progreso; Biblia y liturgia, revisión de los libros litúrgicos; cada cual desempeñe su oficio; auténtico ministerio litúrgico; participación activa de los fieles; lengua litúrgica; normas para adaptar la liturgia a la mentalidad y tradiciones de los pueblos.
d) Fomento de la vida litúrgica en la diócesis y en la parroquia
e) Fomento de la acción pastoral litúrgica
Signo de Dios sobre nuestro tiempo; comisión litúrgica; comisiones de música sagrada y arte sacro.
2. El sacrosanto misterio de la Eucaristía
Misterio pascual, participación activa de los fieles; revisión del Ordinario; mayor riqueza bíblica; lengua vernácula y latín; comunión bajo ambas especies; concelebración.
3. Los demás sacramentos y sacramentales
Relación con el misterio pascual; reforma de ritos; lengua vernácula; catecumenado; misiones; bautismo de adultos y niños; confirmación, penitencia, unción de los enfermos; ordenación, matrimonio; sacramentales, profesión religiosa, exequias.
4. El Oficio Divino
Obra de Cristo y de la Iglesia; obligación y altísimo honor; valor pastoral del Oficio Divino; horas; fuente de piedad; salmos; lecturas; himnos; oración pública de la Iglesia; uso del latín o de la lengua vernácula.
5. El Año Litúrgico
Sentido del año litúrgico; revalorización del domingo; cuaresma; penitencia; fiestas de los Santos;
6. La música sagrada
Dignidad de la música sagrada; primacía de la liturgia solemne; participación activa de los fieles; formación musical; canto gregoriano y canto polifónico; canto religioso popular; órgano de tubos y otros instrumentos; cualidades y misión de los compositores.
7. El arte y los objetos sagrados
Dignidad del arte sagrado; libre ejercicio del estilo artístico; arte auténticamente sacro; imágenes sagradas; formación integral de los artistas; formación artística del clero.
Apéndice: declaración del sacrosanto Concilio Vaticano II sobre la revisión del calendario.

"Cristo está siempre presente en su Iglesia, sobre todo en la acción litúrgica. Está presente en el sacrificio de la Misa, sea en la persona del ministro, "ofreciéndose ahora por ministerio de los sacerdotes el mismo que entonces se ofreció en la cruz", sea sobre todo bajo las especies eucarísticas. Está presente con su fuerza en los Sacramentos, de modo que, cuando alguien bautiza, es Cristo quien bautiza. Está presente en su palabra, pues cuando se lee en la Iglesia la Sagrada Escritura, es El quien habla. Está presente, por último, cuando la Iglesia suplica y canta salmos, el mismo que prometió: "Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos" (Mt., 18,20).

Toda celebración litúrgica, por ser obra de Cristo sacerdote y de su Cuerpo, que es la Iglesia, es acción sagrada por excelencia, cuya eficacia, con el mismo título y en el mismo grado, no la iguala ninguna otra acción de la Iglesia.

En la Liturgia terrena preguntamos y tomamos parte en aquella Liturgia celestial, que se celebra en la santa ciudad de Jerusalén, hacia la cual nos dirigimos como peregrinos, y donde Cristo está sentado a la diestra de Dios como ministro del santuario y del tabernáculo verdadero, cantamos al Señor el himno de gloria con todo el ejército celestial; venerando la memoria de los santos esperamos tener parte con ellos y gozar de su compañía; aguardamos al Salvador, Nuestro Señor Jesucristo, hasta que se manifieste El, nuestra vida, y nosotros nos manifestamos también gloriosos con El.

La sagrada Liturgia no agota toda la actividad de la Iglesia, pues para que los hombres puedan llegar a la Liturgia es necesario que antes sean llamados a la fe y a la conversión: "¿Cómo invocarán a Aquel en quien no han creído? ¿O cómo creerán en El sin haber oído de El? ¿Y como oirán si nadie les predica? ¿Y cómo predicarán si no son enviados?" (Rom., 10,14-15).

No obstante, la Liturgia es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y al mismo tiempo la fuente de donde mana toda su fuerza. Pues los trabajos apostólicos se ordenan a que, una vez hechos hijos de Dios por la fe y el bautismo, todos se reúnan para alabar a Dios en medio de la Iglesia, participen en el sacrificio y coman la cena del Señor. Por tanto, de la Liturgia, sobre todo de la Eucaristía, mana hacia nosotros la gracia como de su fuente y se obtiene con la máxima eficacia aquella santificación de los hombres en Cristo y aquella glorificación de Dios, a la cual las demás obras de la Iglesia tienden como a su fin.

Mas, para asegurar esta plena eficacia es necesario que los fieles se acerquen a la sagrada Liturgia con recta disposición de ánimo, pongan su alma en consonancia con su voz y colaboren con la gracia divina, para no recibirla en vano. Por esta razón, los pastores de almas deben vigilar para que en la acción litúrgica no sólo se observen las leyes relativas a la celebración válida y lícita, sino también para que los fieles participen en ella consciente, activa y fructuosamente."



Gaudium et Spes
Proemio
Unión de la Iglesia con la familia humana universal; al servicio del hombre.
Exposición preliminar: situación del hombre en el mundo de hoy
Esperanzas y temores; cambios profundos, en el orden social, psicológicos, morales y religiosos; desequilibrios del mundo moderno; aspiraciones más universales de la humanidad; interrogantes profundos del hombre.
Primera parte: La Iglesia y la vocación del hombre
1. La dignidad de la persona humana
El hombre, imagen de Dios; el pecado; constitución del hombre; dignidad de la inteligencia, verdad y sabiduría; conciencia moral; libertad; muerte; formas y raíces del ateísmo; actitud de la Iglesia ante el ateísmo; Cristo, el hombre nuevo;
2. La comunidad humana
Propósito del Concilio; índole comunitaria de la vocación humana; interdependencia entre persona y sociedad; promoción del bien común; respeto a la persona; respeto y amor a los adversarios; igualdad esencial entre los hombres y justicia social; ética individualista, responsabilidad, Verbo encarnado y solidaridad humana.
3. La actividad humana en el mundo
La justa autonomía de la realidad terrena; tierra nueva y cielo nuevo, deformación de la actividad humana por el pecado.
4. Misión de la Iglesia en el mundo contemporáneo
Relación entre la Iglesia y el mundo; ayuda que la Iglesia procura prestar a cada hombre, a la sociedad; ayuda que la Iglesia recibe;
Segunda parte: algunos problemas más urgentes
1. Dignidad del matrimonio y la familia
En el mundo actual; carácter sagrado; amor conyugal; fecundidad; respeto a la vida; progreso.
2. Sano fomento del progreso cultural
Situación de la cultura en el mundo actual; nuevos estilos de vida; hombre autor de la cultura; armonizar valores en el seno de las culturas; reconocimiento y ejercicio efectivo del derecho personal a la cultura, educación.
3. Vida económico-social
Desarrollo económico; servicio del hombre; eliminar desigualdades; trabajo y descanso; los bienes de la tierra; inversión y política monetaria; acceso a la propiedad;
4. La vida en la comunidad política
Vida pública; naturaleza y fin de la comunidad política; colaboración de todos.
5. Fomento de la paz y promoción de la comunidad de los pueblos
Obligación de evitar la guerra; guerra total; carrera de armamentos; acción internacional para evitar la guerra; edificar la comunidad internacional; crecimiento demográfico; participación del cristiano en las instituciones internacionales.
Conclusión: el diálogo entre los hombres, edificación del mundo y orientación de éste a Dios.

"Jesús es imagen de Dios invisible (Col 1,15) es también el hombre perfecto, que ha devuelto a la descendencia de Adán la semejanza divina, deformada por el primer pecado. En él, la naturaleza humana asumida, no absorbida, ha sido elevada también en nosotros a dignidad sin igual. El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre. Trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de los nuestros, semejantes en todo a nosotros, excepto en el pecado. (...)

Padeciendo por nosotros, nos dio ejemplo para seguir sus pasos y, además abrió el camino, con cuyo seguimiento la vida y la muerte se santifican y adquieren nuevo sentido.

El hombre cristiano, conformado con la imagen del Hijo, que es el Primogénito entre muchos hermanos, recibe las primicias del Espíritu (Rom 8,23), las cuales le capacitan para cumplir la ley nueva del amor. Por medio de este Espíritu, que es prenda de la herencia (Eph 1,14), se restaura internamente todo el hombre hasta que llegue la redención del cuerpo (Rom 8,23). (...)

Esto vale no solamente para los cristianos, sino también para todos los hombres de buena voluntad, en cuyo corazón obra la gracia de modo invisible. Cristo murió por todos, y la vocación suprema del hombre en realidad es una sola, es decir, la divina. En consecuencia, debemos creer que el Espíritu Santo ofrece a todos la posibilidad de que, en la forma de sólo Dios conocida, se asocien a este misterio pascual. (...)

Crece al mismo tiempo la conciencia de la excelsa dignidad de la persona humana, de su superioridad sobre las cosas y de sus derechos y deberes universales e inviolables. Es, pues, necesario que se facilite al hombre todo lo que éste necesita para vivir una vida verdaderamente humana, como son el alimento, el vestido, la vivienda, el derecho a la libre elección de estado ya fundar una familia, a la educación, al trabajo, a la buena fama, al respeto, a una adecuada información, a obrar de acuerdo con la norma recta de su conciencia, a la protección de la vida privada y a la justa libertad también en materia religiosa.

El orden social, pues, y su progresivo desarrollo deben en todo momento subordinarse al bien de la persona, ya que el orden real debe someterse al orden personal, y no al contrario. El propio Señor lo advirtió cuando dijo que el sábado había sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado. El orden social hay que desarrollarlo a diario, fundarlo en la verdad, edificarlo sobre la justicia, vivificarlo por el amor. Pero debe encontrar en la libertad un equilibrio cada día más humano. Para cumplir todos estos objetivos hay que proceder a una renovación de los espíritus y a profundas reformas de la sociedad.

En nuestra época principalmente urge la obligación de acercarnos a todos y de servirlos con eficacia cuando llegue el caso, ya se trate de ese anciano abandonado de todos, o de ese trabajador extranjero despreciado injustamente, o de ese desterrado, o de ese hijo ilegítimo que debe aguantar sin razón el pecado que él no cometió, o de ese hambriento que recrimina nuestra conciencia recordando la palabra del Señor: Cuantas veces hicisteis eso a uno de estos mis hermanos menores, a mi me lo hicisteis. (Mt 25,40).

No sólo esto. Cuanto atenta contra la vida -homicidios de cualquier clase, genocidios, aborto, eutanasia y el mismo suicidio deliberado-; cuanto viola la integridad de la persona humana, como, por ejemplo, las mutilaciones, las torturas morales o físicas, los conatos sistemáticos para dominar la mente ajena; cuanto ofende a la dignidad humana, como son las condiciones infrahumanas de vida, las detenciones arbitrarias, las deportaciones, la esclavitud, la prostitución, la trata de blancas y de jóvenes; o las condiciones laborales degradantes, que reducen al operario al rango de mero instrumento de lucro, sin respeto a la libertad y a la responsabilidad de la persona humana: todas estas prácticas y otras parecidas son en sí mismas infamantes, degradan la civilización humana, deshonran más a sus autores que a sus víctimas y son totalmente contrarias al honor debido al Creador.

Quienes sienten u obran de modo distinto al nuestro en materia social, política e incluso religiosa, deben ser también objeto de nuestro respeto y amor. Cuanto más humana y caritativa sea nuestra comprensión íntima de su manera de sentir, mayor será la facilidad para establecer con ellos el diálogo.

Esta caridad y esta benignidad en modo alguno deben convertirse en indiferencia ante la verdad y el bien. Más aún, la propia caridad exige el anuncio a todos los hombres de la verdad saludable. Pero es necesario distinguir entre el error, que siempre debe ser rechazado, y el hombre que yerra, el cual conserva la dignidad de la persona incluso cuando está desviado por ideas falsas o insuficientes en materia religiosa. Dios es el único juez y escrutador del corazón humano. Por ello, nos prohíbe juzgar la culpabilidad interna de los demás."

***

Mensaje del Concilio

a) En la constitución apostólica Sacrae disciplinae leges de Juan Pablo II, se afirma que los elementos teológicos más característicos del Vaticano II son:
  • La Iglesia como pueblo de Dios y comunión
  • La autoridad jerárquica como servicio
  • La participación de todos sus miembros en la triple misión de Cristo (sacerdotal, profética y real)
  • El empeño de la Iglesia en el ecumenismo y el servicio al mundo. 
  • Rejuvenecer la Iglesia, alentar la esperanza, impulsar el compromiso y dar cabida a la misericordia. (el primer aspecto de la misericordia: acoger; el segundo: invitar a la conversión)
b) Iglesia Ad Intra

Las palabras clave de la eclesiología del Concilio son: sacramento de salvación, pueblo de Dios, jerarquía servidora, colegialidad, Iglesia particular. La Iglesia se entiende en clave de comunión.

La Iglesia es entendida por el Concilio como pueblo de Dios (Lumen gentium) que vive en comunión de fe (Dei Verbum), de culto (Sacrosanctum concilium) y de servicio (Gaudium et spes).

c) Iglesia Ad Extra

En la apertura de la segunda sesión del Concilio, el ya papa Pablo VI se dirigía al mundo con las siguientes palabras:

"Que lo sepa el mundo: La Iglesia lo mira con profunda comprensión, con sincera admiración y con sincero propósito no de conquistarlo, sino de servirlo; no de despreciarlo, sino de valorizarlo; no de condenarlo, sino de confortarlo y de salvarlo."

Y en otra ocasión también decía: "Tal vez nunca como en esta ocasión ha sentido la Iglesia la necesidad de conocer, acercarse, comprender, servir y evangelizar a la sociedad que la rodea y de seguirla; por decirlo así, de alcanzarla en su rápido y continuo cambio".



Gana vitalidad la Doctrina Social de la Iglesia y la opción por los pobres.

***

4. LA ÉPOCA POSTCONCILIAR

¿Qué podría salir mal? Crisis y ruptura

a) Pablo VI y el humo de Satanás

Se diría que a través de alguna grieta ha entrado, el humo de Satanás en el templo de Dios. Hay dudas, incertidumbre, problemática, inquietud, insatisfacción, confrontación. Ya no se confía en la Iglesia, se confía más en el primer profeta profano —que nos viene a hablar desde algún periódico o desde algún movimiento social— para seguirle y preguntarle si tiene la fórmula de la verdadera vida; y, por el contrario, no nos damos cuenta de que nosotros ya somos dueños y maestros de ella. Ha entrado la duda en nuestras conciencias y ha entrado a través de ventanas que debían estar abiertas a la luz: la ciencia. La ciencia ha venido la crítica, ha venido la duda respecto a todo lo que existe y a todo lo que conocemos. Los científicos son aquellos que más pensativa y dolorosamente bajan la frente y acaban por enseñar: “no sé, no sabemos, no podemos saber”.

También en nosotros, los de la Iglesia, reina este estado de incertidumbre. Se creía que después del Concilio vendría un día de sol para la historia de la Iglesia. Por el contrario, ha venido un día de nubes, de tempestad, de oscuridad, de búsqueda, de incertidumbre y se siente fatiga en dar la alegría de la fe. Predicamos el ecumenismo y nos alejamos cada vez más de los otros. Procuramos excavar abismos en vez de colmarlos.

¿Cómo ha ocurrido todo esto? Nos, os confiaremos nuestro pensamiento: ha habido un poder, un poder adverso. Digamos su nombre: él Demonio. Este misterioso ser que está en la propia carta de San Pedro —que estamos comentando— y al que se hace alusión tantas y cuantas veces en el Evangelio —en los labios de Cristo— vuelve la mención de este enemigo del hombre. Creemos en algo preternatural venido al mundo precisamente para perturbar, para sofocar los frutos del Concilio ecuménico y para impedir que la Iglesia prorrumpiera en el himno de júbilo por tener de nuevo plena conciencia de sí misma.

b) Benedicto XVI narra su experiencia en el Concilio (en el marco de los 50 años del Concilio)

Estaba el Concilio de los Padres —el verdadero Concilio—, pero estaba también el Concilio de los medios de comunicación. Era casi un Concilio aparte, y el mundo percibió el Concilio a través de éstos, a través de los medios. Así pues, el Concilio inmediatamente eficiente que llegó al pueblo fue el de los medios, no el de los Padres. Y mientras el Concilio de los Padres se realizaba dentro de la fe, era un Concilio de la fe que busca el intellectus, que busca comprenderse y comprender los signos de Dios en aquel momento, que busca responder al desafío de Dios en aquel momento y encontrar en la Palabra de Dios la palabra para hoy y para mañana; mientras todo el Concilio —como he dicho—se movía dentro de la fe, como fides quaerens intellectum, el Concilio de los periodistas no se desarrollaba naturalmente dentro de la fe, sino dentro de las categorías de los medios de comunicación de hoy, es decir, fuera de la fe, con una hermenéutica distinta. Era una hermenéutica política. Para los medios de comunicación, el Concilio era una lucha política, una lucha de poder entre diversas corrientes en la Iglesia. Era obvio que los medios de comunicación tomaran partido por aquella parte que les parecía más conforme con su mundo. Estaban los que buscaban la descentralización de la Iglesia, el poder para los obispos y después, a través de la palabra «Pueblo de Dios», el poder del pueblo, de los laicos. Estaba esta triple cuestión: el poder del Papa, transferido después al poder de los obispos y al poder de todos, soberanía popular. Para ellos, naturalmente, esta era la parte que había que aprobar, que promulgar, que favorecer. Y así también la liturgia: no interesaba la liturgia como acto de la fe, sino como algo en lo que se hacen cosas comprensibles, una actividad de la comunidad, algo profano. Y sabemos que había una tendencia a decir, fundada también históricamente: Lo sagrado es una cosa pagana, eventualmente también del Antiguo Testamento. En el Nuevo vale sólo que Cristo ha muerto fuera: es decir, fuera de las puertas, en el mundo profano. Así pues, sacralidad que ha de acabar, profano también el culto. El culto no es culto, sino un acto del conjunto, de participación común, y una participación como mera actividad. Estas traducciones, banalización de la idea del Concilio, han sido virulentas en la aplicación práctica de la Reforma litúrgica; nacieron en una visión del Concilio fuera de su propia clave, de la fe. Y así también en la cuestión de la Escritura: la Escritura es un libro histórico, que hay que tratar históricamente y nada más, y así sucesivamente.

Sabemos en qué medida este Concilio de los medios de comunicación fue accesible a todos. Así, esto era lo dominante, lo más eficiente, y ha provocado tantas calamidades, tantos problemas; realmente tantas miserias: seminarios cerrados, conventos cerrados, liturgia banalizada… y el verdadero Concilio ha tenido dificultad para concretizarse, para realizarse; el Concilio virtual era más fuerte que el Concilio real. Pero la fuerza real del Concilio estaba presente y, poco a poco, se realiza cada vez más y se convierte en la fuerza verdadera que después es también reforma verdadera, verdadera renovación de la Iglesia. Me parece que, 50 años después del Concilio, vemos cómo este Concilio virtual se rompe, se pierde, y aparece el verdadero Concilio con toda su fuerza espiritual. Nuestra tarea, precisamente en este Año de la fe, comenzando por este Año de la fe, es la de trabajar para que el verdadero Concilio, con la fuerza del Espíritu Santo, se realice y la Iglesia se renueve realmente. Confiemos en que el Señor nos ayude. Yo, retirado en mi oración, estaré siempre con vosotros, y juntos avanzamos con el Señor, con esta certeza: El Señor vence.

c) Juan Pablo II (a los 20 años del Concilio)

Para recordar el vigésimo aniversario del concilio Vaticano II, convoqué en 1985 un Sínodo extraordinario de los obispos. Tenía como objetivo celebrar, verificar y promover la enseñanza conciliar. Los obispos, en su análisis, hablaron de "luces y sombras" que habían caracterizado el período posconciliar. Por este motivo, en la carta Tertio millennio adveniente escribí que "el examen de conciencia debe mirar también la recepción del Concilio". El trabajo que habéis realizado durante estos días ha mostrado la presencia y la eficacia de la enseñanza conciliar en la vida de la Iglesia. Ciertamente, exige un conocimiento cada vez más profundo. De todas formas, en esta dinámica es necesario no perder la genuina intención de los padres conciliares; más bien, hay que recuperarla superando interpretaciones arbitrarias y parciales, que han impedido expresar del mejor modo posible la novedad del magisterio conciliar.

La Iglesia conoce desde siempre las reglas para una recta hermenéutica de los contenidos del dogma. Son reglas que se sitúan dentro del entramado de fe y no fuera de él. Leer el Concilio suponiendo que conlleva una ruptura con el pasado, mientras que en realidad se sitúa en la línea de la fe de siempre, es una clara tergiversación.

d) El recuento de los daños
  • Teología de la secularización: El innovador de la fe no tiene fe. Subjetivismo doctrinal al hablar de milagros, resurrección, Eucaristía, pecado.
  • Modernismo no resuelto: Compendio de herejías. Teólogos que arrancan la fe al querer conciliar con el mundo.
  • SC pide conservar el latín en la liturgia y en el canto, y años después se obliga a renunciar. La práctica litúrgica no se revisó sino que se reconstruyó por completo, desprotegiendo la Eucaristía en una doctrina de la creatividad. (Platicar de Lefebvre)
  • Summorum Pontificum: Misa nunca eliminada.
  • Responsabilidad: no queremos Iglesia petrificada, sino fiel.
La recepción del Concilio
  • Ruptura total tradicionalista: Manifiestan una oposición militante e inmovilista. No admiten las conclusiones del Vaticano II porque perciben que es un concilio contrario a la tradición. Debido a que no se definió ningún dogma sino que solamente da sugerencias pastorales, no se sienten obligados a aceptarlo. Su expresión más radical es el sedevacantismo: no solamente es inválido el Concilio, sino que también todos los Papas que lo apoyan (Juan XXIII en adelante). Actualmente no hay Papa, sino una serie de herejes que adulteran la fe.
  • Hermenéutica de la continuidad inclinada a la Tradición: Perciben que el postconcilio ha sido un desastre por declaraciones ambiguas del Concilio mismo, y por los abusos de quienes lo utilizan para sus fines personales. No aceptan plenamente ciertos postulados (o ciertas interpretaciones) del Concilio, aunque se declaran obedientes a la jerarquía. Del punto de vista teológico les preocupa la continuidad del Vaticano II con el resto de la Tradición de la Iglesia.
  • Hermenéutica de la continuidad "neutral": Promueven que se haga una interpretación oficial del Vaticano II, descartando las posturas de ruptura. Alzan voces de alerta ante los riesgos del "aggiornamento" que puede secularizar el cristianismo, a aplicaciones conciliares exageradas, y a la debilitación de la Iglesia.
  • Hermenéutica de la continuidad inclinada a la Renovación: Católicos para los cuales el Vaticano II ha sido un acontecimiento necesario que ha operado un cambio profundo. Movimientos renovadores. Apelan constantemente al espíritu del Concilio para reavivar la vida eclesial, sin privarla totalmente de sus raíces. Piensan que no se ha puesto suficientemente en práctica de la reforma conciliar de la Iglesia.
  • Ruptura total progresista: Ya pasó Vaticano II, hay que superarlo y seguir innovando, dejándose llevar por el "Espíritu del Concilio" para que la Iglesia se adapte completamente a los tiempos, reformulando dogmas, enseñanza moral, y la manera de entender la fe cristiana.
***

CONCLUSIÓN
  • No a la arrogancia de quien elimina el Concilio Vaticano II por tradicionalismo o liberalismo.
  • El Concilio Vaticano II no se entenderá, mientras no se asimile con recta intención, con amor a la Verdad y compromiso de conocerlo.
  • Es conveniente rescatar de los tradicionalistas su deseo de custodiar el sentido de lo sagrado.
  • Es conveniente rescatar de los liberales su llamado a la simplicidad de vida.
  • Amor a la verdad.
  • Fe integral: coherencia entre lo que se cree, se ora y se vive.
***

Bibliografía y recursos complementarios
Lista personal de cosas pendientes de leer para seguir profundizando el tema 
(recomendaciones de amigos y colegas)
  • Prometeo, la religión del hombre moderno
  • La lámpara bajo el Celemín (Questio Disputata) R.P. Calderón.
  • Iota Unum
  • El Concilio del Papa Juan
  • El Rhin desemboca en el Tíber
  • Cien años de modernismo
  • Concilio Vaticano II: Una explicación pendiente. Brunero Gherardini
  • La protestantización del catolicismo. P. Horacio Bojorge
  • El Papa nunca ha sido ni será hereje. Salvador Abascal.
  • YouTube: Simposio teológico (sobre el Concilio) en Italia organizado por los Franciscanos de la Inmaculada en tiempos de BXVI

2 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  2. Algunos de los libros que se mencionan al final son de contenido lefebvrista, es decir, contrarios al magisterio de la Iglesia. No son nada recomendables.

    Saludos

    ResponderEliminar