viernes, 12 de diciembre de 2014

Tierra de María - Reseña Testimonial

Anoche, mi esposo y yo pudimos estar entre los primeros espectadores mexicanos de la película/documental Tierra de María. Dado que me considero fan de los trabajos de Infinito Más Uno, supe desde hace varios meses que la película estaba circulando por el mundo, y rezaba por que llegara a México. Mi misma impaciencia me llevaba a buscar entrevistas, avances, comentarios, nuevos fragmentos de la película que me dieran más pistas sobre lo que iba a ver.

(Nota medio al pie: Tierra de María llegó en un momento muy oportuno, pues hace un par de años empecé a descubrir, a partir de mi casi nula relación con María, que tenía que sanar muchas cosas de mi pasado y presente. Para mí la película era una luz de esperanza para comprenderme y atreverme a confiar más en la gracia de Dios, que puede hacer nuevas todas las cosas.)

Por lo mismo, puedo decir sinceramente que la película fue lo que esperaba, y esperaba algo muy bueno. Tengo una extraña sensación de que todo sucedió como debía ser, pero que también hubo una cierta novedad, una superación de expectativas, que no me toma por sorpresa pero que tampoco imaginaba.

La película transcurrió con paz y mucha belleza. Estoy, como teóloga, absolutamente maravillada de cómo representaron la creación del mundo, la relación de Dios con los hombres y el papel de María en la historia de la salvación. Creo que aclara muchos malos entendidos y enriquece la comprensión muchos aspectos de la fe, con imágenes y palabras sencillas. Juan Manuel Cotelo logra lo que yo intento hacer todos los días, pero sin complicarse tanto. Antes de pasar a la parte más personal, quiero decir que, profesionalmente, Infinito Más Uno es para mí un ejemplo de evangelización contemporánea efectiva, amorosa, sencilla y llena de verdad.

Hablar de la película es hablar de uno mismo. Cada quien la mira con experiencias y preguntas propias. Ahora entiendo por qué hay resultados tan diferentes, comentarios tan diferentes de quienes la ven. Por eso no puedo hablar objetivamente de Tierra de María, porque al verla la sentí muy mía. Les comparto, pues, lo que yo experimenté.

Fue un sencillo recordatorio, como una carta o un abrazo que recibes de alguien a quien amas y conoces, y de quien te sabes amada. Me llenaba el corazón ver mi propia conversión reflejada en las historias, incluso describiendo experiencias muy similares a las mías. También, en esas miradas llenas de amor y comprensión, veía reflejadas a personas muy específicas, todas involucradas en mi camino de conversión: tal sacerdote, tal amiga, tal maestro.

Las miradas, las palabras, las experiencias: todo resonaba muy dentro de mí, recordándome aquella frase de San Agustín que en su momento me impactó: "Tú estabas dentro y yo fuera, y por fuera te buscaba". Sin embargo, contrario a lo que imaginé, casi no lloraba (y eso que yo lloro demasiado). Todavía no encuentro palabras para explicar como me sentía, pero creo que la expresión es "niña", niña en brazos del Padre. No profundizo más aquí, porque creo que no yo he entendido todavía lo que la película significó realmente para mí.

No esperaba ninguna experiencia sobrenatural personal de Tierra de María (como siempre, me distraigo pensando en que ojalá le sirva a otros), pero experimenté un pequeño milagro llegando a casa. Una sabe sus sufrimientos y problemas, y no los mencionaré aquí, pero sí quiero que sepan en qué consistió el milagro: nunca en mi vida había mirado a mi hija con tanto amor de madre, Madre, como cuando llegamos a recogerla a casa de mis suegros, regresando de ver la película.

Es algo muy personal que no puedo explicar en este momento, pero ese detalle fue muy especial y muy de Dios. Ahí, con ese suceso, invisible para alguien más, que me emocionó hasta las lágrimas, pude experimentar cómo la película, con su sencillez, me acomodó el corazón (así como la afinación de un instrumento). Apenas fue el primer fruto de algo que no me atrevía a pedir pero que sí anhelaba mucho, un fruto que me indica que apenas es el inicio de un capítulo completamente nuevo en mi vida, lleno de ternura y reconciliación, lleno de la amorosa presencia de Dios, y de María.

Voy a estar rezando mucho, mucho mucho.