Es evidente que ella hace click con sus inquilinos de planta baja (es decir, nosotros). Aunque particularmente con mi señor esposo, porque él está mucho más impregnado de trovas, Serrat y Alberto Cortés. Lo trae en sus cimientos. Yo lo descubrí como consecuencia de los ambientes a los que he ido llegando en la vida. Para un espíritu cristiano y rebelde, ese tipo de música tiene un no sé qué de alegría, melancolía, protesta, deseos de cambiar el mundo... en fin, le dan al punto exacto. Nuestra casera, como he llegado a decir, está loca (loquísima), y ella misma lo sabe y lo dice. Se ha ganado mi respeto y mis carcajadas. Y me gusta que nos saca nuestro lado rebelde y filosofón cuando estamos con ella.
Pero, aunque parece que estoy hablando de ella, en realidad al personaje al que quiero llegar con esta entrada de blog es a mi esposo. No puedo esperar al aniversario para escribir acerca de lo que amo de él y lo que he ido descubriendo. Hoy quiero agradecerle a Dios porque me permitió conocer a un soñador, como yo, pero que tiene los pies en la tierra y me ayuda a aterrizar. A un rebelde, como yo, pero que planea cuidadosamente y me ayuda a no ser impulsiva en mis acciones para cambiar el mundo. A un amante apasionado de la vida y del amor, como yo, pero con el equilibrio necesario para trabajar conmigo en las cosas pequeñas que importan más en la vida cotidiana.
En fin, es capaz de escuchar a una esposa que llora por algo que vio o escuchó el día anterior, y reclama tiernamente que no sabía que fuera algo tan importante. Y aconseja, y abraza. Se casó con un corazón expuesto que se abre con todo. Yo me casé con un corazón con la costumbre de esconderse, aunque, gracias al amor que nos tenemos, siempre sale a la luz cuando estamos juntos.
Me casé con un esposo que, al mirarme con mi vestido de Éowyn, mi capa y mi espada, me hace declaraciones de amor y piropos. Ello, claro está, mientras él luce una vestimenta equivalente. Llegamos a las fiestas, y seguimos siendo los mismos bichos raros de siempre. El matrimonio y la procreación han completado el proceso de momentáneo aislamiento de nuestros contemporáneos. Vaya, el punto es que tengo a alguien que me acompaña. Un experto peregrino, que camina a pesar de todo, que mira a Dios en los momentos de dificultad, que se fortalece cada día.
...y aquí se acaba mi escrito. Mi procreación reclama leche matutina.