domingo, 28 de enero de 2018

Introducción a la Crisis



"Esta es tu última oportunidad. Después, ya no podrás echarte atrás. Si tomas la pastilla azul, es el fin del cuento: despertarás en tu cama y creerás lo que quieras creer. Si tomas la roja, te quedas en el País de las Maravillas y yo te enseñaré hasta dónde llega el agujero del conejo. Recuerda, lo único que te ofrezco es la verdad, nada más." Morfeo. Matrix (1999).

Presento a continuación algunos temas cruciales que se relacionan íntimamente con la tormenta eclesial en la que nos encontramos actualmente. Estoy dirigiendo esta publicación a las personas que desean empezar a conocer sobre el tema, haciendo la información lo más accesible y comprensible que se pueda. Será planteado a modo de claroscuros: noticias positivas, noticias negativas, lo que la Iglesia enseña y lo que algunos individuos promueven contra la doctrina de siempre.

La crisis postconciliar

Es un acuerdo unánime que gran parte del problema actual radica en cómo se (mal)entendió y abusó el más reciente Concilio de la Iglesia, Vaticano II (1962-1965). Aquí una selección de información sobre el tema.

Para aquellos que no conocen el Concilio: 

¿A qué nos referimos con las malinterpretaciones del Concilio?


Lo que han dicho los papas sobre la crisis postconciliar

Pablo VI en un discurso:

Se diría que a través de alguna grieta ha entrado, el humo de Satanás en el templo de Dios. Hay dudas, incertidumbre, problemática, inquietud, insatisfacción, confrontación. Ya no se confía en la Iglesia, se confía más en el primer profeta profano —que nos viene a hablar desde algún periódico o desde algún movimiento social— para seguirle y preguntarle si tiene la fórmula de la verdadera vida; y, por el contrario, no nos damos cuenta de que nosotros ya somos dueños y maestros de ella. Ha entrado la duda en nuestras conciencias y ha entrado a través de ventanas que debían estar abiertas a la luz: la ciencia. La ciencia ha venido la crítica, ha venido la duda respecto a todo lo que existe y a todo lo que conocemos. Los científicos son aquellos que más pensativa y dolorosamente bajan la frente y acaban por enseñar: “no sé, no sabemos, no podemos saber”.

También en nosotros, los de la Iglesia, reina este estado de incertidumbre. Se creía que después del Concilio vendría un día de sol para la historia de la Iglesia. Por el contrario, ha venido un día de nubes, de tempestad, de oscuridad, de búsqueda, de incertidumbre y se siente fatiga en dar la alegría de la fe. Predicamos el ecumenismo y nos alejamos cada vez más de los otros. Procuramos excavar abismos en vez de colmarlos.

¿Cómo ha ocurrido todo esto? Nos, os confiaremos nuestro pensamiento: ha habido un poder, un poder adverso. Digamos su nombre: él Demonio. Este misterioso ser que está en la propia carta de San Pedro —que estamos comentando— y al que se hace alusión tantas y cuantas veces en el Evangelio —en los labios de Cristo— vuelve la mención de este enemigo del hombre. Creemos en algo preternatural venido al mundo precisamente para perturbar, para sofocar los frutos del Concilio ecuménico y para impedir que la Iglesia prorrumpiera en el himno de júbilo por tener de nuevo plena conciencia de sí misma.

Benedicto XVI narra su experiencia del Concilio 50 años después:

Estaba el Concilio de los Padres —el verdadero Concilio—, pero estaba también el Concilio de los medios de comunicación. Era casi un Concilio aparte, y el mundo percibió el Concilio a través de éstos, a través de los medios. Así pues, el Concilio inmediatamente eficiente que llegó al pueblo fue el de los medios, no el de los Padres. Y mientras el Concilio de los Padres se realizaba dentro de la fe, era un Concilio de la fe que busca el intellectus, que busca comprenderse y comprender los signos de Dios en aquel momento, que busca responder al desafío de Dios en aquel momento y encontrar en la Palabra de Dios la palabra para hoy y para mañana; mientras todo el Concilio —como he dicho—se movía dentro de la fe, como fides quaerens intellectum, el Concilio de los periodistas no se desarrollaba naturalmente dentro de la fe, sino dentro de las categorías de los medios de comunicación de hoy, es decir, fuera de la fe, con una hermenéutica distinta. Era una hermenéutica política. Para los medios de comunicación, el Concilio era una lucha política, una lucha de poder entre diversas corrientes en la Iglesia. Era obvio que los medios de comunicación tomaran partido por aquella parte que les parecía más conforme con su mundo. Estaban los que buscaban la descentralización de la Iglesia, el poder para los obispos y después, a través de la palabra «Pueblo de Dios», el poder del pueblo, de los laicos. Estaba esta triple cuestión: el poder del Papa, transferido después al poder de los obispos y al poder de todos, soberanía popular. Para ellos, naturalmente, esta era la parte que había que aprobar, que promulgar, que favorecer. Y así también la liturgia: no interesaba la liturgia como acto de la fe, sino como algo en lo que se hacen cosas comprensibles, una actividad de la comunidad, algo profano. Y sabemos que había una tendencia a decir, fundada también históricamente: Lo sagrado es una cosa pagana, eventualmente también del Antiguo Testamento. En el Nuevo vale sólo que Cristo ha muerto fuera: es decir, fuera de las puertas, en el mundo profano. Así pues, sacralidad que ha de acabar, profano también el culto. El culto no es culto, sino un acto del conjunto, de participación común, y una participación como mera actividad. Estas traducciones, banalización de la idea del Concilio, han sido virulentas en la aplicación práctica de la Reforma litúrgica; nacieron en una visión del Concilio fuera de su propia clave, de la fe. Y así también en la cuestión de la Escritura: la Escritura es un libro histórico, que hay que tratar históricamente y nada más, y así sucesivamente.

Sabemos en qué medida este Concilio de los medios de comunicación fue accesible a todos. Así, esto era lo dominante, lo más eficiente, y ha provocado tantas calamidades, tantos problemas; realmente tantas miserias: seminarios cerrados, conventos cerrados, liturgia banalizada… y el verdadero Concilio ha tenido dificultad para concretizarse, para realizarse; el Concilio virtual era más fuerte que el Concilio real. Pero la fuerza real del Concilio estaba presente y, poco a poco, se realiza cada vez más y se convierte en la fuerza verdadera que después es también reforma verdadera, verdadera renovación de la Iglesia. Me parece que, 50 años después del Concilio, vemos cómo este Concilio virtual se rompe, se pierde, y aparece el verdadero Concilio con toda su fuerza espiritual. Nuestra tarea, precisamente en este Año de la fe, comenzando por este Año de la fe, es la de trabajar para que el verdadero Concilio, con la fuerza del Espíritu Santo, se realice y la Iglesia se renueve realmente. Confiemos en que el Señor nos ayude. Yo, retirado en mi oración, estaré siempre con vosotros, y juntos avanzamos con el Señor, con esta certeza: El Señor vence.

Juan Pablo II:

Es necesario admitir con realismo, y con profunda y atormentada sensibilidad, que los cristianos hoy, en gran parte, se sienten extraviados, confusos, perplejos e incluso desilusionados; se han esparcido a manos llenas ideas contrastantes con la verdad revelada y enseñada desde siempre; se han propalado verdaderas y propias herejías, en el campo dogmático y moral, creando dudas, confusiones, rebeliones, se ha manipulado incluso la liturgia; inmersos en el "relativismo" intelectual y moral, y por esto, en el permisivismo, los cristianos se ven tentados por el ateísmo, el agnosticismo, el iluminismo vagamente moralista, por un cristianismo sociológico, sin dogmas definidos y sin moral objetiva. Es necesario conocer al hombre de hoy, para poderlo entender, escuchar, amar, tal como es, no para excusar el mal, sino para descubrir sus raíces.

Algunos ejemplos

a) Pérdida del sentido de lo sagrado




Algunas malas noticias:


b) La corrupción de los dogmas y la doctrina para "adaptarse al mundo"


Algunas malas noticias:

martes, 27 de junio de 2017

Una súplica a favor de la intolerancia

Venerable Fulton J. Sheen


América, se dice, está sufriendo de intolerancia. No lo está. Está sufriendo de tolerancia: la tolerancia del bien y del mal, la verdad y el error, la virtud y el mal, Cristo y el caos. Nuestro país no está tan invadido por el intolerante de lo que está invadido por el de mente abierta. El hombre que puede usar su mente de una manera ordenada, como un hombre podría hacer su cama, se llama un fanático; pero un hombre que no puede tomar una decisión, como tampoco puede compensar el tiempo perdido, se llama tolerante y de mente abierta. Un hombre intolerante es aquel que se niega a aceptar una razón para cualquier cosa; un hombre de mente amplia es aquel que aceptará cualquier cosa por una razón, siempre que no sea una buena razón. Es cierto que existe una exigencia de precisión, exactitud y definición, pero es sólo para la precisión en la medición científica, no en la lógica. La ruptura que ha producido esta antinatural apertura es mental, no moral. La evidencia de esta afirmación es triple: la tendencia a resolver cuestiones no por argumentos sino por palabras, la disposición incondicional a aceptar la autoridad de cualquiera al hablar de religión y, por último, el amor a la novedad.



Voltaire se jactaba de que si pudiera encontrar diez palabras malvadas al día podría aplastar la "infamia" del cristianismo. Encontró las diez palabras diarias, e incluso una docena diaria, pero nunca encontró un argumento, y así las palabras siguieron el camino de todas las palabras y la cosa, el cristianismo, sobrevivió. Hoy, nadie lanza ni siquiera un pobre argumento para probar que no hay Dios, pero son legiones quienes piensan que han sellado los cielos cuando usaron la palabra "antropomorfismo". Esta palabra es sólo una muestra del catálogo de nombres que sirven como excusa para aquellos que son demasiado perezosos para pensar. Un momento de reflexión les diría que no pueden librarse de Dios llamándolo "antropomórfico" más de lo que pueden deshacerse de un dolor de garganta llamándolo "estreptococos." En cuanto al uso del término "antropomorfismo", no puedo ver que su uso en la teología sea menos justificado que el uso en la física del término "organismo", que los nuevos físicos son tan aficionados a emplear. Ciertas palabras como "reaccionario" o "medieval" se le etiquetan a la Iglesia Católica y se usan con esa misma falta de respeto con la que un hombre puede burlarse de la edad de una mujer. Las madres no cesan de ser madres porque sus hijos crecen, y la Iglesia Madre del mundo cristiano, que no empezó en Boston sino en Jerusalén, no debe ser desposeída de su glorioso título simplemente porque sus hijos se van de casa. Algún día pueden estar contentos de regresar y será el más legítimo "regreso a casa" que el mundo ha visto.



No sólo la sustitución del argumento con palabras traiciona la existencia de esta falsa tolerancia, sino también la disposición de muchas mentes a aceptar como autoridad en cualquier campo a un individuo que se convierte en una autoridad famosa en un campo particular. La suposición detrás de la religión periodística es que, como un hombre es hábil para inventar automóviles, es inteligente para tratar la relación entre el budismo y el cristianismo; que un profesor que es una autoridad en la interpretación matemática de los fenómenos atómicos es por lo tanto una autoridad en la interpretación del matrimonio; y que un hombre que sabe algo acerca de la iluminación puede arrojar luz sobre el tema de la inmortalidad, o tal vez incluso apagar las luces de la inmortalidad. Hay un límite a la transferencia de entrenamiento, y nadie que pinta cuadros hermosos con su mano derecha puede, en un día y ante la sugerencia de un reportero, pintar uno igualmente bueno con su mano izquierda. La ciencia de la religión tiene el derecho de ser escuchada científicamente a través de sus voceros calificados, así como la ciencia de la física o la astronomía tiene derecho a ser escuchada a través de sus voceros calificados. La religión es una ciencia a pesar del hecho de que algunos la hagan sólo un sentimiento.



La religión no es una cuestión abierta, como las Naciones Unidas, sino que es una cuestión cerrada, como la ciencia, como la tabla de multiplicar. La religión tiene sus principios, naturales y revelados, que son más exigentes en su lógica que las matemáticas. Pero la falsa noción de tolerancia ha oscurecido este hecho de los ojos de muchos que son tan intolerantes con los detalles más pequeños de la vida como son tolerantes en sus relaciones con Dios. En los asuntos ordinarios de la vida, estas mismas personas nunca convocarían a un practicante de la Ciencia Cristiana para arreglar un cristal roto; nunca llamarían a un óptico por haber roto el ojo de una aguja; nunca llamarían a un florista porque dañaron la palma de la mano, ni irían a un carpintero para cuidar sus uñas (Nota de traducción: nails en inglés son uñas y también clavos. Otros ejemplos sin paralelo al español fueron omitidos). Nunca llamarían a un Colector de Ingresos Internos para extraer la moneda tragada por el bebé. Y sin embargo, para el importante tema de la religión, sobre el que se basan nuestros destinos eternos, sobre la importante cuestión de las relaciones del hombre con su entorno y con su Dios, están dispuestos a escuchar a cualquiera que se llame a sí mismo profeta. Y así nuestros diarios están llenos de artículos para estas personas "de mente abierta", en las cuales todo el mundo, desde Jack Dempsey [un boxeador famoso en su momento] hasta el jefe de cocina del Ritz Carlton habla sobre su idea de Dios y su visión de la religión. Estos mismos individuos, que se exasperarían de ver a su hijo con una paleta mal pintada, no se preocuparían en lo más mínimo de que creciera sin haber oído nunca el nombre de Dios.



¿No estaría en perfecta armonía con la aptitud de las cosas insistir en ciertos requisitos mínimos para los pronunciamientos teológicos? Si insistimos en que el que repara nuestro drenaje sepa algo de plomería y que quien nos da píldoras sepa algo de medicina, ¿no se debe esperar y exigir que quien nos habla de Dios, de la religión, de Cristo y de la inmortalidad por lo menos haga sus oraciones diarias? Si un violinista no desprecia practicar sus escalas musicales, ¿por qué el teólogo moderno despreciaría practicar elementos de su religión?



Otra evidencia de la ruptura de la razón que ha producido este extraño hongo de la amplitud mental es la pasión por la novedad, en oposición al amor a la verdad. La verdad es sacrificada por un epigrama, y ??la Divinidad de Cristo por un titular en el periódico del lunes por la mañana. Muchos predicadores modernos están mucho más interesados en su popularidad en la congregación que en predicar a Cristo y a Éste crucificado. Una falta de espina dorsal intelectual le hace cabalgar el buey de la verdad y el burro de las tonterías, haciendo cumplidos a los católicos por su "gran organización" y a los sexólogos por su "desafío honesto a los jóvenes de hoy". Doblar la rodilla a la multitud y agradar a los hombres en lugar de a Dios probablemente les haría negarse a ser un Juan el Bautista ante un Herodes moderno. Ningún dedo acusador sería levantado contra el divorcio o el adulterio; ninguna voz tronaría en los oídos de los ricos, diciendo con algo de la intolerancia de la Divinidad: "No es lícito que vivas con la mujer de tu hermano". Más bien oímos: "Amigo, ¡los tiempos están cambiando! Los ácidos de la modernidad están consumiendo los fósiles de la ortodoxia. Si tienes un noble deseo sexual de autoexpresión y encuentras tu estímulo y respuesta en nadie más que en Herodías, entonces en el nombre de Freud y Russell acéptala como tu esposa legítima para tener y mantener hasta el sexo se acabe."



La creencia en la existencia de Dios, en la Divinidad de Cristo, y en la ley moral son consideradas modas pasajeras. La verdad para esta nueva tolerancia es aquello que sea más nuevo, como si la verdad fuera una moda, como el sombrero, en vez de una institución, como una cabeza. En el momento actual, en la psicología la moda va hacia el Conductismo, así como en la filosofía se dirige hacia el Temporalismo. Y el que no es la validez objetiva la que dicta el éxito de una teoría filosófica moderna, lo confirma la afirmación de un célebre filósofo del espacio-tiempo de Inglaterra hecha al escritor hace unos años, cuando le preguntaron de dónde sacó su sistema. "De mi imaginación" respondió. Al ser confrontado en que la imaginación no era la facultad apropiada a usar para un filósofo, replicó: "Lo es, si el éxito de tu sistema filosófico no depende de la verdad en ella, sino de su novedad".



En esa afirmación está el argumento final de la amplitud mental moderna: la verdad es novedad, y por lo tanto la "verdad" cambia con las fantasías pasajeras del momento. Como el camaleón que cambia sus colores para adaptarse a la vestidura en la que se coloca, así se supone que la verdad cambia para adaptarse a las debilidades y oblicuidades de la época, como si los fundamentos del pensamiento pudieran ser verdaderos para los preadamitas y falsos para los adamitas. La verdad crece, pero crece homogéneamente, como una bellota en un roble; no se balancea en la brisa, como una veleta. El leopardo no cambia sus manchas ni el etíope su piel, aunque el leopardo se ponga tras barrotes o el etíope unas medias rosas. La naturaleza de ciertas cosas es fija, y sobre todo la naturaleza de la verdad. La verdad tal vez sea contradicha mil veces, pero eso sólo demuestra que es lo suficientemente fuerte para sobrevivir a mil asaltos. Pero para cualquiera que diga: "Algunos dicen esto, algunos dicen aquello, por lo tanto, no hay verdad", es tan lógico como lo habría sido para Colón, después de oír "La Tierra es redonda", y a otros decir, "La Tierra es plana", el llegar a conluir: "Por lo tanto, la Tierra no existe."



Es este tipo de pensamiento que no puede distinguir entre una oveja y su segunda capa de lana, entre Napoleón y su sombrero de tres esquinas, entre la sustancia y el accidente, el tipo de pensamiento que ha engendrado mentes tan aplanadas de amplitud que han perdido toda su profundidad. Como si un carpintero arrojara su regla y utilizara cada viga como una varilla de medir, así también los que han desechado el estándar de la verdad objetiva no tienen otra cosa con la cual medir que la forma mental del momento. El nerviosismo risueño de la novedad, la inquietud sentimental de una mente desquiciada y el temor antinatural a una buena dosis de pensamiento duro, todos se unen para producir un grupo de inmaduros tolerantes que piensan que no hay diferencia entre Dios como Causa y Dios como una "Proyección mental"; que equiparan a Cristo y Buda, San Pablo y John Dewey, para luego ampliar su apertura mental en una síntesis de barrido que dice no sólo que una secta cristiana es tan buena como otra, pero incluso que una religión del mundo es tan buena como otra. El gran dios "Progreso" es entonces entronizado en los altares de la moda, y cuando se pregunta a los adoradores "¿Progreso hacia dónde?", la respuesta tolerante es, "Más progreso." Todos los hombres cuerdos se preguntan cómo puede haber progreso sin dirección y cómo puede haber dirección sin un punto fijo. Y porque hablan de un "punto fijo", se dice que están atrasados de época, cuando realmente están más allá del tiempo, mental y espiritualmente.



Frente a esta falsa mentalidad, lo que el mundo necesita es intolerancia. Hay una masa de la gente que dura y rápidamente distingue entre dólares y centavos, buques de guerra y cruceros, "me debes" y "te debo", pero que parece haber perdido por completo la facultad de distinguir entre lo bueno y lo malo, lo correcto e incorrecto. La mejor indicación de esto es el mal uso frecuente de los términos "tolerancia" e "intolerancia". Hay algunas mentes que creen que la intolerancia siempre es incorrecta, porque hacen que la "intolerancia" signifique odio, estrechez mental y fanatismo. Estas mismas mentes creen que la tolerancia es siempre correcta porque, para ellos, significa caridad, amplitud de mente, buena naturaleza.



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¿Qué es la tolerancia? La tolerancia es una actitud de paciencia razonada hacia el mal, y aguantar el mostrar cólera o infligir castigo. Pero lo que es más importante que la definición es el campo de su aplicación. Lo importante aquí es esto: la tolerancia se aplica sólo a las personas, pero nunca a la verdad. La intolerancia se aplica sólo a la verdad, pero nunca a las personas. La tolerancia se aplica al errante; la intolerancia al error. Lo que acabamos de decir aquí aclarará lo que se dijo al principio de este capítulo: que América no sufre tanto de la intolerancia, que es el fanatismo, sino de la tolerancia, que es la indiferencia a la verdad y al error, y una indiferencia filosófica que ha sido interpretada como amplitud mental. Una mayor tolerancia, por supuesto, es deseable, porque nunca se puede mostrar demasiada caridad a las personas que difieren con nosotros. Nuestro Señor Bendito mismo pidió que "amáramos a los que nos calumnian", porque siempre son personas, pero nunca nos dijo que amáramos la calumnia. De acuerdo con el Espíritu de Cristo, la Iglesia alienta la oración por todos aquellos que están fuera de la Iglesia, y pide que se les muestre la mayor caridad. Como solía decir San Francisco de Sales: «Es más fácil coger moscas con una gota de miel que con un barril de vinagre».



Si algunos de nosotros, que somos bendecidos con los privilegios sagrados de la Iglesia, creyéramos las mismas cosas acerca de Ella que sus calumniadores, si la conociéramos sólo a través de las palabras de los traidores o mentiras baratas de historiadores deshonestos, si la comprendiéramos sólo a través de los que nunca fueron acunados en sus asociaciones, tal vez odiaríamos a la Iglesia tanto como ellos. Los más amargos enemigos de la Iglesia, los que la acusan de ser antipatriótica, como Cristo lo fue ante Pilato; de ser mundana, como Cristo lo fue ante Herodes; de ser demasiado dogmática, como Cristo lo fue ante Caifás; o de ser antidogmática, como Cristo lo fue ante Anás; de ser poseída por el diablo, como Cristo lo fue delante de los fariseos - éstos realmente no odian a la Iglesia. No pueden odiar a la Iglesia más de lo que pueden odiar a Cristo; sólo odian lo que erróneamente creen que es la Iglesia Católica, y su odio no es sino su vano intento de ignorarlo. La caridad, entonces, debe mostrarse a las personas, y particularmente a aquellos fuera del redil que por la caridad deben ser llevados de regreso, para que pueda haber un rebaño y un Pastor.



Hasta ahí debe llegar la tolerancia, pero no más lejos. La tolerancia no se aplica a la verdad o a los principios. En estas cosas debemos ser intolerantes, y hago una súplica por esta clase de intolerancia, tan necesaria para sacarnos de un chorro sentimental. La intolerancia de este tipo es el fundamento de toda estabilidad. El gobierno debe ser intolerante con la propaganda maliciosa, y durante la guerra mundial hizo un índice de libros prohibidos para defender la estabilidad nacional, así como la Iglesia, que está en guerra constante con el error, hizo su índice de libros prohibidos para defender la permanencia de la vida de Cristo en las almas de los hombres. El gobierno durante la guerra era intolerante con respecto a los herejes nacionales que se negaron a aceptar sus principios sobre la necesidad de instituciones democráticas y tomaron medios físicos para hacer cumplir tales principios. Los soldados que iban a la guerra eran intolerantes acerca de los principios por los que luchaban, de la misma manera que un jardinero debe ser intolerante con las malas hierbas que crecen en su jardín. La Corte Suprema de los Estados Unidos es intolerante ante cualquier interpretación privada del primer principio de la Constitución según el cual todo hombre tiene derecho a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad, y el ciudadano particular que interpretara la "libertad", incluso en un sentido tan pequeño como el privilegio de pasarse un semáforo en rojo, se encontraría muy pronto en un celda donde no habría luces, ni siquiera el amarillo - el color de las almas tímidas que no saben si parar o avanzar. Los arquitectos son tan intolerantes con la arena como los cimientos de los rascacielos, como los doctores son intolerantes con los gérmenes en sus laboratorios, y como todos somos intolerantes de un comerciante particularmente tolerante y bondadoso que, al hacer nuestras facturas, suma siete y diez para hacer veinte.



Ahora bien, si es correcto -y es correcto- que los gobiernos sean intolerantes con los principios del gobierno y el constructor de puentes sea intolerante con las leyes del estrés y la tensión y el físico sea intolerante con los principios de la gravitación, ¿Por qué no debe ser el derecho de Cristo, el derecho de su Iglesia y el derecho de hombres pensantes el ser intolerantes con las verdades de Cristo, las doctrinas de la Iglesia y los principios de la razón? ¿Pueden las verdades de Dios ser menos exigentes que las verdades de las matemáticas? ¿Pueden las leyes de la mente ser menos vinculantes que las leyes de la ciencia, que sólo se conocen por medio de las leyes de la mente? ¿Será el hombre llamado sabio, cuando dotado de verdad natural, se niega a mirar con un ojo igualmente tolerante al matemático que dice dos y dos hacen cinco y al que dice dos y dos hacen cuatro, cuando a Dios, que se niega a mirar con un ojo igualmente tolerante todas las religiones, se le niega el nombre de "Sabiduría" y se le llama Dios "intolerante"?



¿Podemos decir que los rayos reflejados del sol son cálidos pero que el sol no está caliente? Esto es equivalente a cuando admitimos la intolerancia de los principios de la ciencia y la negamos al Padre de la ciencia, que es Dios. Y si un gobierno, con los principios inflexibles de su constitución, puede empoderar a los hombres para hacer cumplir esa constitución, ¿por qué Cristo no puede elegir y delegar a los hombres con el poder de hacer cumplir su voluntad y extender sus bendiciones? Y si admitimos la intolerancia sobre los fundamentos de un gobierno que, en el mejor de los casos, cuida del cuerpo del hombre, ¿por qué no admitir la intolerancia sobre los cimientos de un gobierno que cuida del destino eterno del espíritu del hombre? Porque a diferencia de los gobiernos humanos, "no hay otro fundamento sobre el cual los hombres puedan construir que sobre el nombre de Jesús". ¿Por qué, entonces, se burlan de los dogmas como intolerantes? Por todos lados escuchamos decir hoy: "El mundo moderno quiere una religión sin dogmas", lo cual traiciona lo poco que piensa de esa etiqueta, pues quien dice que quiere una religión sin dogmas, está declarando un dogma y un dogma que es más difícil de justificar que muchos dogmas de fe. Un dogma es un pensamiento verdadero, y una religión sin dogmas es una religión sin pensamiento, o una espalda sin columna vertebral. Todas las ciencias tienen dogmas. "Washington es la capital de los Estados Unidos" es un dogma de la geografía. "El agua está compuesta de dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno" es un dogma de la química. ¿Debemos ser amplios de mente y decir que Washington es un mar en Suiza? ¿Deberíamos ser amplios de mente y decir que H2O es un símbolo para el ácido sulfúrico?



No podemos verificar todos los dogmas de la ciencia, la historia y la literatura, y por lo tanto debemos aceptar muchos de ellos por el testimonio de otros. Creo, por ejemplo, al profesor Eddington cuando me dice que "la ley de gravitación de Einstein afirma que diez coeficientes principales de curvatura son cero en el espacio vacío", así como tampoco creo al doctor Harry Elmer Barnes cuando me dice que "la cucaracha ha vivido sustancialmente sin cambios en la tierra durante cincuenta millones de años". Acepto el testimonio del Dr. Eddington porque, por su aprendizaje y sus obras publicadas, ha demostrado que sabe algo sobre Einstein. No acepto el testimonio del Dr. Barnes sobre las cucarachas porque nunca ha calificado a los ojos del mundo moderno como un especialista en cucarachas. En otras palabras, filtro el testimonio y lo acepto por la razón.



Así también, mi razón examina la evidencia histórica para Cristo; pesa el testimonio aducido por aquellos que lo conocieron, y el testimonio dado por Él mismo. No deja ser influenciada por aquellos que comienzan con una teoría preconcebida, rechazando todas las pruebas contra su teoría y aceptando el residuo como si fuesen los Evangelios. En la búsqueda, se encuentra con obras como las de Renan y Strauss, que son críticas, pero también se encuentra con obras como las de Fillion y Grandmaison: conoce el nombre de Loisy, pero también conoce a Lagrange; conoce la teoría de Inge, pero también conoce a D'Herbigny. Y esta razón finalmente me lleva a aceptar el testimonio de Jesucristo como el testimonio de Dios. Entonces acepto estas verdades - verdades que no puedo probar, como lo fue la declaración del profesor Eddington sobre Einstein - y estas verdades se convierten en dogmas.



Así pueden ser dogmas de la religión, así como dogmas de la ciencia, y ambos pueden ser revelados, uno por Dios y el otro por el hombre. No sólo eso - estos dogmas fundamentales, como los primeros principios [elementos] de Euclides, pueden ser utilizados como materia prima para pensar, y así como un hecho científico puede ser utilizado como la base de otro, así mismo un dogma puede ser utilizado como base para otro. Pero para comenzar a pensar en un primer dogma, uno debe identificarse con él en el tiempo o en principio. La Iglesia fue identificada con Cristo en tiempo y principio; empezó a pensar en Sus primeros principios y cuanto más intensamente pensaba, más dogmas desarrollaba. Siendo orgánica como la vida, no institucional como un club, nunca olvidó esos dogmas; ella los recordaba y su memoria es tradición. Igual que un científico debe depender del recuerdo de los primeros principios de su ciencia, que utiliza como base para otras conclusiones, así también la Iglesia vuelve a su memoria intelectual, que es la tradición, y utiliza antiguos dogmas como fundamento de otros nuevos. En todo este proceso ella nunca olvida sus primeros principios. Si lo hiciera, sería como los dogmáticos no dogmáticos de la actualidad, que creen que el progreso consiste en negar el hecho, en lugar de construir sobre él; que recurren a nuevos ideales porque nunca han intentado lo viejo; que condenan como "obscurantista" la verdad que tiene un parentesco, y glorifican como "progresista" a un shibboleth que no conoce ni a su padre ni a su madre. Ellos son de la escuela que negaría la naturaleza misma de las cosas: liberar el camello de su joroba y llamarlo un camello; acortar el cuello

de una jirafa y llamarla una jirafa; y nunca enmarcar una imagen, porque un marco es una limitación y por lo tanto un principio y un dogma.


Pero es todo menos progreso actuar como ratones y comer los cimientos del mismo techo sobre nuestras cabezas. La intolerancia ante los principios es el fundamento del crecimiento, y el matemático que se burla de un cuadrado por tener siempre cuatro lados, y en nombre del progreso lo animara a desechar sólo uno de sus lados, pronto descubriría que habría perdido todos sus cuadrados. Así también con los dogmas de la Iglesia, de la ciencia y de la razón; Son como ladrillos, cosas sólidas con las que un hombre puede construir, no como la paja, que es "experiencia religiosa", sólo para quemar.



Un dogma, pues, es la consecuencia necesaria de la intolerancia de los primeros principios, y el que la ciencia o la Iglesia tengan la mayor cantidad de dogmas es porque la ciencia o la Iglesia han pensado más. La Iglesia Católica, la maestra de escuela durante veinte siglos, ha estado generando una tremenda cantidad de pensamiento sólido y duro y, por lo tanto, ha construido dogmas como un hombre podría construir una casa de ladrillos, pero con cimiento en una roca. Ella ha visto pasar ante sí los siglos con sus pasajeros entusiasmos y lealtades momentáneas, cometiendo los mismos errores, cultivando las mismas poses, cayendo en las mismas trampas mentales, de modo que se ha vuelto muy paciente y amable con los alumnos errantes, pero muy intolerante y severa con respecto a lo falso. Ella ha sido y siempre será intolerante en lo que se refiere a los derechos de Dios, porque la herejía, el error, la mentira, no afectan sus asuntos personales, sobre los cuales podría ceder, sino un Derecho Divino en el que no se puede ceder. Mansa es ella para el que yerra, pero violenta al error. La verdad es divina; el hereje es humano. Habiendo hecho éste reparación, ella admitirá al hereje de nuevo en el tesoro de su alma, pero nunca a la herejía en el tesoro de su sabiduría. Lo correcto es correcto aún si nadie está en lo correcto, y lo incorrecto es incorrecto aunque todos estén equivocados. Y en este día y edad necesitamos, como nos dice el Sr. Chesterton, "no una Iglesia que es esté en lo correcto cuando el mundo lo esté, sino una Iglesia que esté en lo correcto cuando el mundo está equivocado."



La actitud de la Iglesia en relación con el mundo moderno sobre esta importante cuestión puede ser aterrizzada prácticamente en la historia de las dos mujeres en el tribunal de Salomón. Ambas reclamaban un hijo. La madre legítima insistía en tener todo el niño o nada, porque un niño es como la verdad; no puede dividirse sin ruina. La madre ilegal, por el contrario, accedió a negociar. Ella estaba dispuesta a dividir a niño, y el bebé habría muerto de mente abierta.

martes, 24 de enero de 2017

Nínive 90

El 100° Aniversario de Fátima es el 13 de Mayo, es hora de hacer "aquello de Nínive".

Traducción parcial de este artículo escrito por el P. Richard Heilman.

Hemos entrado en el centésimo año desde que Nuestra Señora apareció en Fátima, Portugal. El aniversario será el 13 de Mayo del 2017. Mucha gente se pregunta si Dios hará (o permitirá) algo para zarandearnos (Nota de la traductora: el autor original también escribió un artículo sobre esto aquí)

Mientras contemplamos el terrorismo alzándose en todo el mundo, el declive de las relaciones internacionales, una economía falsa a punto de colapsar, la moralidad en su punto más bajo, bebés nonatos asesinados por millones, el matrimonio redefinido por primera vez en la historia de la civilización, el ataque a la libertad religiosa, la corrupción del gobierno y la confusión en la Iglesia... la gente está preguntando, especialmente al entrar a este centenario de Fátima, "¡¿Ahora qué hacemos?!"

La respuesta debe darse al estilo de Dios. Sin importar cuánto nos alejamos de Él, siempre quiere darnos la oportunidad de regresar.

Para nuestro tiempo, podemos ver la oferta de Dios en el Tercer Secreto de Fátima:

"Después de las dos partes que ya he expuesto, hemos visto al lado izquierdo de Nuestra Señora un poco más en lo alto a un Angel con una espada de fuego en la mano izquierda; centelleando emitía llamas que parecía iban a incendiar el mundo; pero se apagaban al contacto con el esplendor que Nuestra Señora irradiaba con su mano derecha dirigida hacia él; el Angel señalando la tierra con su mano derecha, dijo con fuerte voz: ¡Penitencia, Penitencia, Penitencia!"

Cuando los Apóstoles preguntaron al Salvador por qué no habían podido expulsar un espíritu maligno, el Señor dio la "llave" que intensifica el poder de nuestra oración: "Este tipo no es expulsado sino con oración y ayuno" (Mt 17, 21). Del mismo modo, el mal que hoy atormenta a la humanidad puede ser conquistado solamente por una cruzada mundial de oración y penitencia.

Esto es particularmente demandante para la mayoría de las personas en el tiempo moderno, lo cual lo hace aún más necesario. La mayoría de nosotros nada en un océano de comodidades y formas varias de placer. Muchos placeres no son malos en sí mismos, pero otros lo son o pueden serlo. Algunas formas de placer son objetivamente malas (p.ej: pornografía). Permitirte algo en exceso puede ser pecaminoso (p.ej: consumo de alcohol). Las cosas placenteras que llevan a consumo excesivo e incluso adicción pueden controlar a muchos. En otras palabras, algunos se encuentran en un punto en el cual no son felices a menos que busquen continuamente esas "cosas" que los hacen felices.

Espiritualmente hablando, este permiso excesivo o el recurso a cosas objetivamente malas causa muerte espiritual (pecado mortal). El Catecismo afirma que "El pecado mortal destruye la caridad en el corazón del hombre por una infracción grave de la ley de Dios; aparta al hombre de Dios, que es su fin último y su bienaventuranza, prefiriendo un bien inferior" (1855) Y eso nos inclina a hacer el mal. Nos deja con defensas bajas ante el Demonio y nuestra propia debilidad. Si no somos de Dios (estado de gracia), estamos por definición en posesión del diablo (pecado mortal), pues fácilmente nos manipula.

Cuando somos disminuidos a esta pereza, perdemos el impulso. Tomamos las rutas cortas, estamos atrapados en un modo inferior, animal, de vivir. Lejos de la Vida divina, estamos escogiendo el mundo por encima del amor de Dios.

El slogan de Nike "Just do it" (Sólo hazlo), era esencialmente un llamado a la condición física. Sin embargo se convirtió en el slogan de la cultura moderna. Se transformó en "se siente bien, hazlo"... no te niegues ninguna comodidad o forma de placer, incluso si es pecado. De hecho el motto de los satanistas es "Haz lo que quieras".

La penitencia es, estrictamente hablando, la elección de un bien superior a costa de negarse un bien inferior. Es la elección de desconectarse de algún placer terrenal (ocio, chatara, etc.) en un deseo de conectar más con Dios y su voluntad. La elección de ofrecer tiempo extra de oración, por ejemplo, significa que no podremos ver tanta televisión. Esto es lo que significa llevar la Cruz.

Así que, mientras los satanistas se suscriben al "haz lo que quieras", seguimos a María que, en las últimas palabras que de ella se registran, nos dio la receta para una vida llena del poder del Espíritu Santo: "hagan lo que Él les diga". En escencia, estamos diciendo "sólo detente". Deja de servir tus pasiones y libérate para servir metas más altas.

*

El Reto Nínive 90

Inspirado en el programa Éxodo 90 y en las investigaciones que revelan que toma 90 días reemplazar hábitos malos por buenos, estoy llamando entrar a un periodo de 90 días de humildad y transformación, que culminen en el 100° aniversario de Nuestra Señora de Fátima.

La meta es lograr la libertad necesaria para amar a Dios y al prójimo. Es un periodo de 90 días de purificación, una muerte a sí mismo, apoyado en otros soldados de Cristo para una mayor libertad interior y, eventualmente, un amor más puro.

¿Por qué Nínive 90? Recordemos la historia de Jonás:

Por segunda vez Yahvé habló a Jonás, diciéndole: «Prepárate y vete a Nínive, la metrópoli, para anunciarle el mensaje que yo te comunique.» 

Jonás se preparó y marchó a Nínive, de acuerdo con la orden de Yahvé. Nínive era una gran metrópoli, con un recorrido de tres días. Jonás comenzó a atravesar la ciudad y caminó un día entero proclamando: «En el plazo de cuarenta días Nínive será destruida.» Los ninivitas creyeron en Dios, organizaron un ayuno y grandes y pequeños se vistieron de saco. 

El anuncio llegó hasta el rey de Nínive, que se bajó del trono, se quitó su manto, se cubrió de saco y se sentó en la ceniza. Luego mandó proclamar en Nínive este decreto del rey y sus ministros: 

«Que hombres y bestias, ganado mayor y menor, no prueben bocado, ni pasten, ni beban agua. Que hombres y animales se vistan con sacos e invoquen a Dios con insistencia; y que cada uno se convierta de su mala conducta y de sus acciones violentas. A ver si Dios se arrepiente y se compadece, se aplaca el ardor de su ira y no perecemos.»

Cuando Dios vio lo que hacían y cómo se convertían de su mala conducta, se arrepintió del castigo que había anunciado contra ellos, y no lo ejecutó. (Jonás 3)

Además de los elementos esenciales de Éxodo 90, vamos a incorporar algunos elementos sobrenaturales. El escapulario, la  Confraternidad de la Guerra Angélica de Sto. Tomás, la Novena de 54 Rosarios, y los 33 Días de Preparación para la Consagración a María de San Luis de Montfort.

*

Nínive 90 comienza el 13 de Febrero

1. Por 90 días resuelve ir del pecado repetitivo con el que batallas. (p. ej: masturbación, gula, alcoholismo)

2. Usa el Escapulario, a modo de "vestir con sacos" (puede ser medalla Escapulario).

3. Confesión al menos una vez al mes, e inmediatamente después de pecar gravemente.

4. Sistema de apoyo: únete a un escuadrón de Nínive 90 de entre 3 y 8 personas. Reúnanse una vez por semana (en persona o en línea). Consigue un Compañero de Responsabilidad (Accountability) con quien puedas hablar al menos 3 veces por semana.

5. Únete a la Confraternidad de la Guerra Angélica (aquí)

6. Oración diaria
  • Ofrecimiento matutino
  • Angelus
  • Rosario
  • Al menos 20 minutos de Adoración
  • Oración de la noche

7. Por 90 días, comprométete a:
  • Ejercicio regular e intenso (este puede ser el más difícil para muchos)
  • Siete horas de sueño
  • No alcohol
  • No dulces ni postres
  • No comer entre comidas
  • No refresco o bebidas dulces
  • No televisión ni películas (se permiten noticias)
  • Escuchar solamente música que lleve el alma a Dios.
  • Limitar el tiempo recreacional en la computadora y celular.

8. Novena de Rosario de 54 días (Entrenamiento básico en Santidad) 
del 13 de Febrero al 7 de Abril. 
Intención: Santidad personal y por la Iglesia.

9. 33 días de Preparación para la Consagración 
del 10 de Abril (Lunes Santo) al 12 de Mayo.

10. Consagración Mariana el 13 de Mayo del 2017, 100° Aniversario de Ntra. Sra. de Fátima.

Los Domingos y Solemnidades pueden ser días de disciplina relajada, pero no abandonada. Una hora extra de sueño, un postre, una cerveza, etc.

Ayuno: miércoles y viernes (agua/jugo y pan solamente, si está médicamente permitido).

Ahora es el momento perfecto para hacer "calentamiento" para Nínive 90.

Únete al grupo de FB "Special Forces Training" (aquí) para recibir información y formar los grupos. 
(Nota de la traductora: el grupo está en inglés, mi esposo y yo buscaremos hacerles llegar la información en español a quienes así lo requieran y armaremos al menos un equipo de hombres y uno de mujeres en español)

jueves, 17 de noviembre de 2016

Concilio Vaticano II

INTRODUCCIÓN
  • Concilio: asamblea de Obispos para precisar doctrina (promulgar dogmas), condenar herejías, reformar disciplina eclesiástica.
  • Ecuménico: todos los obispos, expresando unidad.
  • 21 Concilios en la historia de la Iglesia, comenzando desde los tiempos apostólicos (Hch 15). El anterior a C.V.II: Concilio Vaticano I (1868), interrumpido.
  • El Concilio Vaticano II transcurrió de 1962 a 1965, fue convocado por Juan XXIII y concluido por Pablo VI.
Es el acontecimiento eclesial más importante del siglo XX, marcando el final de la contrarreforma, haciendo evidente la transición (aún se discute qué tipo de transición).

***

1. ANTECEDENTES HISTÓRICOS
  • En la Iglesia había un ambiente de paz, salvo algunas tensiones. No se enfrentaba a grandes herejías o discusiones teológicas, aunque comenzaban a percibirse modernismo, comunismo e ideas liberales en los Seminarios y Universidades. Contaminación filosófica de la verdad cristiana por vía de inmanencia.
  • El mundo estaba en un proceso de urbanización, comenzando la sociedad de consumo. Televisión, hambre, derechos humanos, carrera armamentista.
  • Intelectualmente se encontraba un vacío existencial generalizado, pseudo encaminado en los movimientos "anti-sistema", nihilismo, etc.
  • Paralelamente, el movimiento optimista inspirado en Jacques Maritain, el miedo al conflicto, el humanismo y el rechazo del concepto histórico de Cristiandad (deterioro de los Estados cristianos)
***

2. EL LLAMADO AL CONCILIO

San Juan XXIII fue elegido en 1958 como un Papa de transición, debido a su edad avanzada y modestia. Pero sorprendió con su temperamento alegre, calidez y generosidad. Tres meses después de su elección convocó espontáneamente al XXI Concilio Ecuménico, durante un breve discurso (25 de enero de 1959).

Fase preparatoria del Concilio

A lo largo de 1960 y 1961 se hizo una consulta a todos los obispos, institutos religiosos y universidades católicas, pidiendo que enviaran sus propuestas de temas a tratar. Se estableció una Comisión que coordinara y preparara los temas, se prepararon esquemas, se designaron teólogos peritos conciliares.

Se definen las metas del Concilio

En el discurso de apertura del Concilio, Juan XXIII explicaba el objetivo del Concilio:

Ante el progreso técnico autodestructor y ruina espiritual del hombre moderno, que la Iglesia
a) Sea purificada y fortalecida para dar vida.
b) Pueda mirarse para dar más eficacia a su vitalidad, santificando a sus miembros.
c) Pueda dar nuevas luces, pero siempre fiel a lo que Jesús espera de ella.
Que los laicos sean conscientes de su responsabilidad en la Iglesia. Es un llamamiento a todos los fieles, e incluso una invitación a los no católicos.
No somos terrenales, pero no nos deslindamos del mundo: que aparezca a todos el rostro de Cristo, que nos apremia a instaurar en el mundo una sociedad humana más recta y fraterna.

Surgió la expresión de "aggiornamento" (ponerse al día). La finalidad del Concilio era la renovación, el diálogo y la apertura. En un inicio no existía un plan orgánico y lógico sobre los temas a tratarse, pero había interés en tratar los temas de liturgia, diálogo entre cristianos, pobreza, etc.

Cuando Pablo VI inauguró la 2da sesión, señaló 4 metas:
  • Profundización de la naturaleza de la Iglesia
  • Renovación interna de la Iglesia
  • Reunión de los cristianos separados
  • Diálogo de la Iglesia con el mundo. 
La finalidad del Concilio no es dogmática: no se va a definir nada, o condenar alguna herejía. Es pastoral. Se trata de poner a la Iglesia en condiciones de evangelizar, volviendo a las fuentes, anunciando mejor, siendo consciente de su envergadura, predicando el mismo mensaje pero con nuevo lenguaje, ya no en combate con la cultura.

Tendencias 

La mayoría de los Obispos (2000 aprox.) deseaba apertura y renovación a diferentes grados e intensidades: se tenía una aceptación pastoral, menos interés por la formulación exacta. Se percibía una liturgia congelada, dogmatismo, moral rígida, distanciamiento y desconfianza, uniformidad pastoral.

Una minoría de obispos (250) era conservadora: luchaban por la estabilidad de la Iglesia y eran sensibles a los riesgos inherentes a todo cambio. Querían salvaguardar la doctrina. Se agruparon en el Coetus Internationalis Patrum "Grupo Internacional de Padres", con la finalidad de impedir que los errores liberales se introdujesen en los textos del Concilio. Se percibía influencia modernista en todas las esferas eclesiales.

Durante el Concilio se recurrió a los "textos de compromiso", caracterizados por su ambigüedad, para conciliar las diversas posturas.

***

3. LOS DOCUMENTOS Y MENSAJE DEL CONCILIO

El Concilio promulgó 16 documentos, de entre ellos los más importantes son las 4 Constituciones:

Dei Verbum, sobre la Revelación Divina (¿Cuál es nuestro cimiento?)
Lumen Gentium, sobre la Iglesia (¿Quiénes somos?)
Sacrosanctum Concilium, sobre la Sagrada Liturgia (¿Cómo lo celebramos?)
Gaudium et Spes, sobre la Iglesia en el mundo actual (¿Cómo salimos al mundo?)


Lumen Gentum
1. El misterio de la Iglesia
La voluntad del Padre Eterno sobre la salvación universal; misión y obra del Hijo; el Espíritu santificador de la Iglesia; el Reino de Dios; las varias figuras de la Iglesia; la Iglesia, Cuerpo místico de Cristo; la Iglesia visible y espiritual a un tiempo
2. El Pueblo de Dios
Nueva Alianza y nuevo Pueblo; el sacerdocio común; ejercicio del sacerdocio común en los sacramentos; sentido de la fe y de los carismas en el Pueblo de Dios; universalidad y catolicidad del único Pueblo de Dios; los fieles católicos; vínculos de la Iglesia con los cristianos no católicos; los no cristianos; carácter misionero de la Iglesia.
3. De la constitución jerárquica de la Iglesia y en particular del episcopado
4. Los laicos
5. Universal vocación a la santidad en la Iglesia
6. Los religiosos
7. Índole escatológica de la Iglesia peregrinante y su unión con la Iglesia celestial
8. La Santísima Virgen María, Madre de Dios, en el Misterio de Cristo y de la Iglesia

"Todos los fieles, de cualquier estado o condición, están llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad, y esta santidad suscita un nivel de vida más humano incluso en la sociedad terrena. En el logro de esta perfección empeñen los fieles las fuerzas recibidas según la medida de la donación de Cristo, a fin de que, siguiendo sus huellas y hechos conformes a su imagen, obedeciendo en todo a la voluntad del Padre, se entreguen con toda su alma a la gloria de Dios y al servicio del prójimo. Así, la santidad del Pueblo de Dios producirá abundantes frutos, como brillantemente lo demuestra la historia de la Iglesia con la vida de tantos santos.



Una misma es la santidad que cultivan, en los múltiples géneros de vida y ocupaciones, todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, y obedientes a la voz del Padre, adorándole en espíritu y verdad, siguen a Cristo pobre, humilde y cargado con la cruz, a fin de merecer ser hechos partícipes de su gloria. Pero cada uno debe caminar sin vacilación por el camino de la fe viva, que engendra la esperanza y obra por la caridad, según los dones y funciones que le son propios."

Dei Verbum
1. La Revelación en sí misma
Nauraleza y objeto de la Revelación; preparación de la Revelación evangélica; en Cristo culmina la Revelación; la Revelación hay que recibirla con fe; las verdades reveladas.
2. Transmisión de la Revelación divina
Los Apóstoles y sus sucesores, heraldos del Evangelio; la Sagrada Tradición; mutua relación entre la Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura; relación de una y otra con toda la Iglesia y con el Magisterio.
3. Inspiración divina de la Sagrada Escritura y su interpretación
Se establece el hecho de la inspiración y de la verdad de la Sagrada Escritura; cómo hay que interpretar la Sagrada Escritura; condescendencia de Dios.
4. El Antiguo Testamento
La historia de la salvación consignada en los libros del AT; importancia del AT para los cristianos; unidad de ambos Testamentos.
5. El Nuevo Testamento
Excelencia del Nuevo Testamento; origen apostólico de los Evangelios; carácter histórico de los Evangelios; los restantes escritos del NT.
6. La Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia
La Iglesia venera las Sagradas Escrituras; se recomiendan las traducciones bien cuidadas; deber de los católicos doctos; importancia de la Sagrada Escritura para la Teología; se recomienda la lectura asidua de la Sagrada Escritura.

"La predicación apostólica, que está expuesta de un modo especial en los libros inspirados, debía conservarse hasta el fin de los tiempos por una sucesión continua. Ahora bien, lo que enseñaron los Apóstoles encierra todo lo necesario para que el Pueblo de Dios viva santamente y aumente su fe, y de esta forma la Iglesia, en su doctrina, en su vida y en su culto perpetúa y transmite a todas las generaciones todo lo que ella es, todo lo que cree.

Esta Tradición, que deriva de los Apóstoles, progresa en la Iglesia con la asistencia del Espíritu Santo: puesto que va creciendo en la comprensión de las cosas y de las palabras transmitidas, ya por la contemplación y el estudio de los creyentes, que las meditan en su corazón y, ya por la percepción íntima que experimentan de las cosas espirituales, ya por el anuncio de aquellos que con la sucesión del episcopado recibieron el carisma cierto de la verdad. Es decir, la Iglesia, en el decurso de los siglos, tiende constantemente a la plenitud de la verdad divina, hasta que en ella se cumplan las palabras de Dios.

Así, pues, la Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura están íntimamente unidas y compenetradas. Porque surgiendo ambas de la misma divina fuente, se funden en cierto modo y tienden a un mismo fin. (...)

Es conveniente que los cristianos tengan amplio acceso ala Sagrada Escritura. Por ello la Iglesia ya desde sus principios, tomó como suya la antiquísima versión griega del Antiguo Testamento, llamada de los Setenta, y conserva siempre con honor otras traducciones orientales y latinas, sobre todo la que llaman Vulgata. Pero como la palabra de Dios debe estar siempre disponible, la Iglesia procura, con solicitud materna, que se redacten traducciones aptas y fieles en varias lenguas, sobre todo de los textos primitivos de los sagrados libros."



Sacrosanctum Concilium
Proemio
La Liturgia en el misterio de la Iglesia; liturgia y ritos
1. Principios generales para la reforma y fomento de la sagrada liturgia
a) Naturaleza de la sagrada liturgia y su importancia en la vida de la Iglesia
La obra de la salvación se realiza en Cristo; en la Iglesia se realiza por la Liturgia, presencia de Cristo; liturgia terrena y liturgia terrestre; liturgia, cumbre y fuente de la vida eclesial, disposición personal; ejercicios piadosos.
b) Necesidad de promover la educación litúrgica y la participación activa.
Formación de profesores de liturgia; formación litúrgica del clero, vida litúrgica en los seminarios e institutos religiosos; vida litúrgica de los sacerdotes; formación del pueblo; transmisiones de acciones litúrgicas.
c) Reforma de la sagrada liturgia
Sólo la Jerarquía puede introducir cambios en la Liturgia; conservar la tradición y apertura al legítimo progreso; Biblia y liturgia, revisión de los libros litúrgicos; cada cual desempeñe su oficio; auténtico ministerio litúrgico; participación activa de los fieles; lengua litúrgica; normas para adaptar la liturgia a la mentalidad y tradiciones de los pueblos.
d) Fomento de la vida litúrgica en la diócesis y en la parroquia
e) Fomento de la acción pastoral litúrgica
Signo de Dios sobre nuestro tiempo; comisión litúrgica; comisiones de música sagrada y arte sacro.
2. El sacrosanto misterio de la Eucaristía
Misterio pascual, participación activa de los fieles; revisión del Ordinario; mayor riqueza bíblica; lengua vernácula y latín; comunión bajo ambas especies; concelebración.
3. Los demás sacramentos y sacramentales
Relación con el misterio pascual; reforma de ritos; lengua vernácula; catecumenado; misiones; bautismo de adultos y niños; confirmación, penitencia, unción de los enfermos; ordenación, matrimonio; sacramentales, profesión religiosa, exequias.
4. El Oficio Divino
Obra de Cristo y de la Iglesia; obligación y altísimo honor; valor pastoral del Oficio Divino; horas; fuente de piedad; salmos; lecturas; himnos; oración pública de la Iglesia; uso del latín o de la lengua vernácula.
5. El Año Litúrgico
Sentido del año litúrgico; revalorización del domingo; cuaresma; penitencia; fiestas de los Santos;
6. La música sagrada
Dignidad de la música sagrada; primacía de la liturgia solemne; participación activa de los fieles; formación musical; canto gregoriano y canto polifónico; canto religioso popular; órgano de tubos y otros instrumentos; cualidades y misión de los compositores.
7. El arte y los objetos sagrados
Dignidad del arte sagrado; libre ejercicio del estilo artístico; arte auténticamente sacro; imágenes sagradas; formación integral de los artistas; formación artística del clero.
Apéndice: declaración del sacrosanto Concilio Vaticano II sobre la revisión del calendario.

"Cristo está siempre presente en su Iglesia, sobre todo en la acción litúrgica. Está presente en el sacrificio de la Misa, sea en la persona del ministro, "ofreciéndose ahora por ministerio de los sacerdotes el mismo que entonces se ofreció en la cruz", sea sobre todo bajo las especies eucarísticas. Está presente con su fuerza en los Sacramentos, de modo que, cuando alguien bautiza, es Cristo quien bautiza. Está presente en su palabra, pues cuando se lee en la Iglesia la Sagrada Escritura, es El quien habla. Está presente, por último, cuando la Iglesia suplica y canta salmos, el mismo que prometió: "Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos" (Mt., 18,20).

Toda celebración litúrgica, por ser obra de Cristo sacerdote y de su Cuerpo, que es la Iglesia, es acción sagrada por excelencia, cuya eficacia, con el mismo título y en el mismo grado, no la iguala ninguna otra acción de la Iglesia.

En la Liturgia terrena preguntamos y tomamos parte en aquella Liturgia celestial, que se celebra en la santa ciudad de Jerusalén, hacia la cual nos dirigimos como peregrinos, y donde Cristo está sentado a la diestra de Dios como ministro del santuario y del tabernáculo verdadero, cantamos al Señor el himno de gloria con todo el ejército celestial; venerando la memoria de los santos esperamos tener parte con ellos y gozar de su compañía; aguardamos al Salvador, Nuestro Señor Jesucristo, hasta que se manifieste El, nuestra vida, y nosotros nos manifestamos también gloriosos con El.

La sagrada Liturgia no agota toda la actividad de la Iglesia, pues para que los hombres puedan llegar a la Liturgia es necesario que antes sean llamados a la fe y a la conversión: "¿Cómo invocarán a Aquel en quien no han creído? ¿O cómo creerán en El sin haber oído de El? ¿Y como oirán si nadie les predica? ¿Y cómo predicarán si no son enviados?" (Rom., 10,14-15).

No obstante, la Liturgia es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y al mismo tiempo la fuente de donde mana toda su fuerza. Pues los trabajos apostólicos se ordenan a que, una vez hechos hijos de Dios por la fe y el bautismo, todos se reúnan para alabar a Dios en medio de la Iglesia, participen en el sacrificio y coman la cena del Señor. Por tanto, de la Liturgia, sobre todo de la Eucaristía, mana hacia nosotros la gracia como de su fuente y se obtiene con la máxima eficacia aquella santificación de los hombres en Cristo y aquella glorificación de Dios, a la cual las demás obras de la Iglesia tienden como a su fin.

Mas, para asegurar esta plena eficacia es necesario que los fieles se acerquen a la sagrada Liturgia con recta disposición de ánimo, pongan su alma en consonancia con su voz y colaboren con la gracia divina, para no recibirla en vano. Por esta razón, los pastores de almas deben vigilar para que en la acción litúrgica no sólo se observen las leyes relativas a la celebración válida y lícita, sino también para que los fieles participen en ella consciente, activa y fructuosamente."



Gaudium et Spes
Proemio
Unión de la Iglesia con la familia humana universal; al servicio del hombre.
Exposición preliminar: situación del hombre en el mundo de hoy
Esperanzas y temores; cambios profundos, en el orden social, psicológicos, morales y religiosos; desequilibrios del mundo moderno; aspiraciones más universales de la humanidad; interrogantes profundos del hombre.
Primera parte: La Iglesia y la vocación del hombre
1. La dignidad de la persona humana
El hombre, imagen de Dios; el pecado; constitución del hombre; dignidad de la inteligencia, verdad y sabiduría; conciencia moral; libertad; muerte; formas y raíces del ateísmo; actitud de la Iglesia ante el ateísmo; Cristo, el hombre nuevo;
2. La comunidad humana
Propósito del Concilio; índole comunitaria de la vocación humana; interdependencia entre persona y sociedad; promoción del bien común; respeto a la persona; respeto y amor a los adversarios; igualdad esencial entre los hombres y justicia social; ética individualista, responsabilidad, Verbo encarnado y solidaridad humana.
3. La actividad humana en el mundo
La justa autonomía de la realidad terrena; tierra nueva y cielo nuevo, deformación de la actividad humana por el pecado.
4. Misión de la Iglesia en el mundo contemporáneo
Relación entre la Iglesia y el mundo; ayuda que la Iglesia procura prestar a cada hombre, a la sociedad; ayuda que la Iglesia recibe;
Segunda parte: algunos problemas más urgentes
1. Dignidad del matrimonio y la familia
En el mundo actual; carácter sagrado; amor conyugal; fecundidad; respeto a la vida; progreso.
2. Sano fomento del progreso cultural
Situación de la cultura en el mundo actual; nuevos estilos de vida; hombre autor de la cultura; armonizar valores en el seno de las culturas; reconocimiento y ejercicio efectivo del derecho personal a la cultura, educación.
3. Vida económico-social
Desarrollo económico; servicio del hombre; eliminar desigualdades; trabajo y descanso; los bienes de la tierra; inversión y política monetaria; acceso a la propiedad;
4. La vida en la comunidad política
Vida pública; naturaleza y fin de la comunidad política; colaboración de todos.
5. Fomento de la paz y promoción de la comunidad de los pueblos
Obligación de evitar la guerra; guerra total; carrera de armamentos; acción internacional para evitar la guerra; edificar la comunidad internacional; crecimiento demográfico; participación del cristiano en las instituciones internacionales.
Conclusión: el diálogo entre los hombres, edificación del mundo y orientación de éste a Dios.

"Jesús es imagen de Dios invisible (Col 1,15) es también el hombre perfecto, que ha devuelto a la descendencia de Adán la semejanza divina, deformada por el primer pecado. En él, la naturaleza humana asumida, no absorbida, ha sido elevada también en nosotros a dignidad sin igual. El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre. Trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de los nuestros, semejantes en todo a nosotros, excepto en el pecado. (...)

Padeciendo por nosotros, nos dio ejemplo para seguir sus pasos y, además abrió el camino, con cuyo seguimiento la vida y la muerte se santifican y adquieren nuevo sentido.

El hombre cristiano, conformado con la imagen del Hijo, que es el Primogénito entre muchos hermanos, recibe las primicias del Espíritu (Rom 8,23), las cuales le capacitan para cumplir la ley nueva del amor. Por medio de este Espíritu, que es prenda de la herencia (Eph 1,14), se restaura internamente todo el hombre hasta que llegue la redención del cuerpo (Rom 8,23). (...)

Esto vale no solamente para los cristianos, sino también para todos los hombres de buena voluntad, en cuyo corazón obra la gracia de modo invisible. Cristo murió por todos, y la vocación suprema del hombre en realidad es una sola, es decir, la divina. En consecuencia, debemos creer que el Espíritu Santo ofrece a todos la posibilidad de que, en la forma de sólo Dios conocida, se asocien a este misterio pascual. (...)

Crece al mismo tiempo la conciencia de la excelsa dignidad de la persona humana, de su superioridad sobre las cosas y de sus derechos y deberes universales e inviolables. Es, pues, necesario que se facilite al hombre todo lo que éste necesita para vivir una vida verdaderamente humana, como son el alimento, el vestido, la vivienda, el derecho a la libre elección de estado ya fundar una familia, a la educación, al trabajo, a la buena fama, al respeto, a una adecuada información, a obrar de acuerdo con la norma recta de su conciencia, a la protección de la vida privada y a la justa libertad también en materia religiosa.

El orden social, pues, y su progresivo desarrollo deben en todo momento subordinarse al bien de la persona, ya que el orden real debe someterse al orden personal, y no al contrario. El propio Señor lo advirtió cuando dijo que el sábado había sido hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado. El orden social hay que desarrollarlo a diario, fundarlo en la verdad, edificarlo sobre la justicia, vivificarlo por el amor. Pero debe encontrar en la libertad un equilibrio cada día más humano. Para cumplir todos estos objetivos hay que proceder a una renovación de los espíritus y a profundas reformas de la sociedad.

En nuestra época principalmente urge la obligación de acercarnos a todos y de servirlos con eficacia cuando llegue el caso, ya se trate de ese anciano abandonado de todos, o de ese trabajador extranjero despreciado injustamente, o de ese desterrado, o de ese hijo ilegítimo que debe aguantar sin razón el pecado que él no cometió, o de ese hambriento que recrimina nuestra conciencia recordando la palabra del Señor: Cuantas veces hicisteis eso a uno de estos mis hermanos menores, a mi me lo hicisteis. (Mt 25,40).

No sólo esto. Cuanto atenta contra la vida -homicidios de cualquier clase, genocidios, aborto, eutanasia y el mismo suicidio deliberado-; cuanto viola la integridad de la persona humana, como, por ejemplo, las mutilaciones, las torturas morales o físicas, los conatos sistemáticos para dominar la mente ajena; cuanto ofende a la dignidad humana, como son las condiciones infrahumanas de vida, las detenciones arbitrarias, las deportaciones, la esclavitud, la prostitución, la trata de blancas y de jóvenes; o las condiciones laborales degradantes, que reducen al operario al rango de mero instrumento de lucro, sin respeto a la libertad y a la responsabilidad de la persona humana: todas estas prácticas y otras parecidas son en sí mismas infamantes, degradan la civilización humana, deshonran más a sus autores que a sus víctimas y son totalmente contrarias al honor debido al Creador.

Quienes sienten u obran de modo distinto al nuestro en materia social, política e incluso religiosa, deben ser también objeto de nuestro respeto y amor. Cuanto más humana y caritativa sea nuestra comprensión íntima de su manera de sentir, mayor será la facilidad para establecer con ellos el diálogo.

Esta caridad y esta benignidad en modo alguno deben convertirse en indiferencia ante la verdad y el bien. Más aún, la propia caridad exige el anuncio a todos los hombres de la verdad saludable. Pero es necesario distinguir entre el error, que siempre debe ser rechazado, y el hombre que yerra, el cual conserva la dignidad de la persona incluso cuando está desviado por ideas falsas o insuficientes en materia religiosa. Dios es el único juez y escrutador del corazón humano. Por ello, nos prohíbe juzgar la culpabilidad interna de los demás."

***

Mensaje del Concilio

a) En la constitución apostólica Sacrae disciplinae leges de Juan Pablo II, se afirma que los elementos teológicos más característicos del Vaticano II son:
  • La Iglesia como pueblo de Dios y comunión
  • La autoridad jerárquica como servicio
  • La participación de todos sus miembros en la triple misión de Cristo (sacerdotal, profética y real)
  • El empeño de la Iglesia en el ecumenismo y el servicio al mundo. 
  • Rejuvenecer la Iglesia, alentar la esperanza, impulsar el compromiso y dar cabida a la misericordia. (el primer aspecto de la misericordia: acoger; el segundo: invitar a la conversión)
b) Iglesia Ad Intra

Las palabras clave de la eclesiología del Concilio son: sacramento de salvación, pueblo de Dios, jerarquía servidora, colegialidad, Iglesia particular. La Iglesia se entiende en clave de comunión.

La Iglesia es entendida por el Concilio como pueblo de Dios (Lumen gentium) que vive en comunión de fe (Dei Verbum), de culto (Sacrosanctum concilium) y de servicio (Gaudium et spes).

c) Iglesia Ad Extra

En la apertura de la segunda sesión del Concilio, el ya papa Pablo VI se dirigía al mundo con las siguientes palabras:

"Que lo sepa el mundo: La Iglesia lo mira con profunda comprensión, con sincera admiración y con sincero propósito no de conquistarlo, sino de servirlo; no de despreciarlo, sino de valorizarlo; no de condenarlo, sino de confortarlo y de salvarlo."

Y en otra ocasión también decía: "Tal vez nunca como en esta ocasión ha sentido la Iglesia la necesidad de conocer, acercarse, comprender, servir y evangelizar a la sociedad que la rodea y de seguirla; por decirlo así, de alcanzarla en su rápido y continuo cambio".



Gana vitalidad la Doctrina Social de la Iglesia y la opción por los pobres.

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4. LA ÉPOCA POSTCONCILIAR

¿Qué podría salir mal? Crisis y ruptura

a) Pablo VI y el humo de Satanás

Se diría que a través de alguna grieta ha entrado, el humo de Satanás en el templo de Dios. Hay dudas, incertidumbre, problemática, inquietud, insatisfacción, confrontación. Ya no se confía en la Iglesia, se confía más en el primer profeta profano —que nos viene a hablar desde algún periódico o desde algún movimiento social— para seguirle y preguntarle si tiene la fórmula de la verdadera vida; y, por el contrario, no nos damos cuenta de que nosotros ya somos dueños y maestros de ella. Ha entrado la duda en nuestras conciencias y ha entrado a través de ventanas que debían estar abiertas a la luz: la ciencia. La ciencia ha venido la crítica, ha venido la duda respecto a todo lo que existe y a todo lo que conocemos. Los científicos son aquellos que más pensativa y dolorosamente bajan la frente y acaban por enseñar: “no sé, no sabemos, no podemos saber”.

También en nosotros, los de la Iglesia, reina este estado de incertidumbre. Se creía que después del Concilio vendría un día de sol para la historia de la Iglesia. Por el contrario, ha venido un día de nubes, de tempestad, de oscuridad, de búsqueda, de incertidumbre y se siente fatiga en dar la alegría de la fe. Predicamos el ecumenismo y nos alejamos cada vez más de los otros. Procuramos excavar abismos en vez de colmarlos.

¿Cómo ha ocurrido todo esto? Nos, os confiaremos nuestro pensamiento: ha habido un poder, un poder adverso. Digamos su nombre: él Demonio. Este misterioso ser que está en la propia carta de San Pedro —que estamos comentando— y al que se hace alusión tantas y cuantas veces en el Evangelio —en los labios de Cristo— vuelve la mención de este enemigo del hombre. Creemos en algo preternatural venido al mundo precisamente para perturbar, para sofocar los frutos del Concilio ecuménico y para impedir que la Iglesia prorrumpiera en el himno de júbilo por tener de nuevo plena conciencia de sí misma.

b) Benedicto XVI narra su experiencia en el Concilio (en el marco de los 50 años del Concilio)

Estaba el Concilio de los Padres —el verdadero Concilio—, pero estaba también el Concilio de los medios de comunicación. Era casi un Concilio aparte, y el mundo percibió el Concilio a través de éstos, a través de los medios. Así pues, el Concilio inmediatamente eficiente que llegó al pueblo fue el de los medios, no el de los Padres. Y mientras el Concilio de los Padres se realizaba dentro de la fe, era un Concilio de la fe que busca el intellectus, que busca comprenderse y comprender los signos de Dios en aquel momento, que busca responder al desafío de Dios en aquel momento y encontrar en la Palabra de Dios la palabra para hoy y para mañana; mientras todo el Concilio —como he dicho—se movía dentro de la fe, como fides quaerens intellectum, el Concilio de los periodistas no se desarrollaba naturalmente dentro de la fe, sino dentro de las categorías de los medios de comunicación de hoy, es decir, fuera de la fe, con una hermenéutica distinta. Era una hermenéutica política. Para los medios de comunicación, el Concilio era una lucha política, una lucha de poder entre diversas corrientes en la Iglesia. Era obvio que los medios de comunicación tomaran partido por aquella parte que les parecía más conforme con su mundo. Estaban los que buscaban la descentralización de la Iglesia, el poder para los obispos y después, a través de la palabra «Pueblo de Dios», el poder del pueblo, de los laicos. Estaba esta triple cuestión: el poder del Papa, transferido después al poder de los obispos y al poder de todos, soberanía popular. Para ellos, naturalmente, esta era la parte que había que aprobar, que promulgar, que favorecer. Y así también la liturgia: no interesaba la liturgia como acto de la fe, sino como algo en lo que se hacen cosas comprensibles, una actividad de la comunidad, algo profano. Y sabemos que había una tendencia a decir, fundada también históricamente: Lo sagrado es una cosa pagana, eventualmente también del Antiguo Testamento. En el Nuevo vale sólo que Cristo ha muerto fuera: es decir, fuera de las puertas, en el mundo profano. Así pues, sacralidad que ha de acabar, profano también el culto. El culto no es culto, sino un acto del conjunto, de participación común, y una participación como mera actividad. Estas traducciones, banalización de la idea del Concilio, han sido virulentas en la aplicación práctica de la Reforma litúrgica; nacieron en una visión del Concilio fuera de su propia clave, de la fe. Y así también en la cuestión de la Escritura: la Escritura es un libro histórico, que hay que tratar históricamente y nada más, y así sucesivamente.

Sabemos en qué medida este Concilio de los medios de comunicación fue accesible a todos. Así, esto era lo dominante, lo más eficiente, y ha provocado tantas calamidades, tantos problemas; realmente tantas miserias: seminarios cerrados, conventos cerrados, liturgia banalizada… y el verdadero Concilio ha tenido dificultad para concretizarse, para realizarse; el Concilio virtual era más fuerte que el Concilio real. Pero la fuerza real del Concilio estaba presente y, poco a poco, se realiza cada vez más y se convierte en la fuerza verdadera que después es también reforma verdadera, verdadera renovación de la Iglesia. Me parece que, 50 años después del Concilio, vemos cómo este Concilio virtual se rompe, se pierde, y aparece el verdadero Concilio con toda su fuerza espiritual. Nuestra tarea, precisamente en este Año de la fe, comenzando por este Año de la fe, es la de trabajar para que el verdadero Concilio, con la fuerza del Espíritu Santo, se realice y la Iglesia se renueve realmente. Confiemos en que el Señor nos ayude. Yo, retirado en mi oración, estaré siempre con vosotros, y juntos avanzamos con el Señor, con esta certeza: El Señor vence.

c) Juan Pablo II (a los 20 años del Concilio)

Para recordar el vigésimo aniversario del concilio Vaticano II, convoqué en 1985 un Sínodo extraordinario de los obispos. Tenía como objetivo celebrar, verificar y promover la enseñanza conciliar. Los obispos, en su análisis, hablaron de "luces y sombras" que habían caracterizado el período posconciliar. Por este motivo, en la carta Tertio millennio adveniente escribí que "el examen de conciencia debe mirar también la recepción del Concilio". El trabajo que habéis realizado durante estos días ha mostrado la presencia y la eficacia de la enseñanza conciliar en la vida de la Iglesia. Ciertamente, exige un conocimiento cada vez más profundo. De todas formas, en esta dinámica es necesario no perder la genuina intención de los padres conciliares; más bien, hay que recuperarla superando interpretaciones arbitrarias y parciales, que han impedido expresar del mejor modo posible la novedad del magisterio conciliar.

La Iglesia conoce desde siempre las reglas para una recta hermenéutica de los contenidos del dogma. Son reglas que se sitúan dentro del entramado de fe y no fuera de él. Leer el Concilio suponiendo que conlleva una ruptura con el pasado, mientras que en realidad se sitúa en la línea de la fe de siempre, es una clara tergiversación.

d) El recuento de los daños
  • Teología de la secularización: El innovador de la fe no tiene fe. Subjetivismo doctrinal al hablar de milagros, resurrección, Eucaristía, pecado.
  • Modernismo no resuelto: Compendio de herejías. Teólogos que arrancan la fe al querer conciliar con el mundo.
  • SC pide conservar el latín en la liturgia y en el canto, y años después se obliga a renunciar. La práctica litúrgica no se revisó sino que se reconstruyó por completo, desprotegiendo la Eucaristía en una doctrina de la creatividad. (Platicar de Lefebvre)
  • Summorum Pontificum: Misa nunca eliminada.
  • Responsabilidad: no queremos Iglesia petrificada, sino fiel.
La recepción del Concilio
  • Ruptura total tradicionalista: Manifiestan una oposición militante e inmovilista. No admiten las conclusiones del Vaticano II porque perciben que es un concilio contrario a la tradición. Debido a que no se definió ningún dogma sino que solamente da sugerencias pastorales, no se sienten obligados a aceptarlo. Su expresión más radical es el sedevacantismo: no solamente es inválido el Concilio, sino que también todos los Papas que lo apoyan (Juan XXIII en adelante). Actualmente no hay Papa, sino una serie de herejes que adulteran la fe.
  • Hermenéutica de la continuidad inclinada a la Tradición: Perciben que el postconcilio ha sido un desastre por declaraciones ambiguas del Concilio mismo, y por los abusos de quienes lo utilizan para sus fines personales. No aceptan plenamente ciertos postulados (o ciertas interpretaciones) del Concilio, aunque se declaran obedientes a la jerarquía. Del punto de vista teológico les preocupa la continuidad del Vaticano II con el resto de la Tradición de la Iglesia.
  • Hermenéutica de la continuidad "neutral": Promueven que se haga una interpretación oficial del Vaticano II, descartando las posturas de ruptura. Alzan voces de alerta ante los riesgos del "aggiornamento" que puede secularizar el cristianismo, a aplicaciones conciliares exageradas, y a la debilitación de la Iglesia.
  • Hermenéutica de la continuidad inclinada a la Renovación: Católicos para los cuales el Vaticano II ha sido un acontecimiento necesario que ha operado un cambio profundo. Movimientos renovadores. Apelan constantemente al espíritu del Concilio para reavivar la vida eclesial, sin privarla totalmente de sus raíces. Piensan que no se ha puesto suficientemente en práctica de la reforma conciliar de la Iglesia.
  • Ruptura total progresista: Ya pasó Vaticano II, hay que superarlo y seguir innovando, dejándose llevar por el "Espíritu del Concilio" para que la Iglesia se adapte completamente a los tiempos, reformulando dogmas, enseñanza moral, y la manera de entender la fe cristiana.
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CONCLUSIÓN
  • No a la arrogancia de quien elimina el Concilio Vaticano II por tradicionalismo o liberalismo.
  • El Concilio Vaticano II no se entenderá, mientras no se asimile con recta intención, con amor a la Verdad y compromiso de conocerlo.
  • Es conveniente rescatar de los tradicionalistas su deseo de custodiar el sentido de lo sagrado.
  • Es conveniente rescatar de los liberales su llamado a la simplicidad de vida.
  • Amor a la verdad.
  • Fe integral: coherencia entre lo que se cree, se ora y se vive.
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Bibliografía y recursos complementarios
Lista personal de cosas pendientes de leer para seguir profundizando el tema 
(recomendaciones de amigos y colegas)
  • Prometeo, la religión del hombre moderno
  • La lámpara bajo el Celemín (Questio Disputata) R.P. Calderón.
  • Iota Unum
  • El Concilio del Papa Juan
  • El Rhin desemboca en el Tíber
  • Cien años de modernismo
  • Concilio Vaticano II: Una explicación pendiente. Brunero Gherardini
  • La protestantización del catolicismo. P. Horacio Bojorge
  • El Papa nunca ha sido ni será hereje. Salvador Abascal.
  • YouTube: Simposio teológico (sobre el Concilio) en Italia organizado por los Franciscanos de la Inmaculada en tiempos de BXVI