viernes, 6 de febrero de 2015

Querida comunidad

Querida comunidad a la que no sé cómo decirle esto, y que probablemente nunca te lo diga:

Me sorprendió mucho lo sucedido en la junta parroquial anoche. Estaban muy enojados todos por lo que yo he hecho en meses recientes. Una corista estaba enojada porque le regalé un libro de formación musical litúrgica, una ministro extraordinario estaba enojada porque les dije que había que mejorar nuestra liturgia dominical (y porque propuse que otras personas se involucraran en la organización de las Misas), otros tantos estaban enojados porque nadie más que el sacerdote debería hacer correcciones fraternas.

Fue así que una reunión de consejo parroquial terminó girando en torno a mi persona. Verdaderamente no es la primera vez que me hacen corrección fraterna comunitaria, pero nunca con una mentalidad tan... inesperada. Por lo que dejaron ver, todos ustedes "llevan años haciendo..." y nunca nadie les había dicho cómo hacer las cosas. Por lo tanto, asumieron que estaban bien y así se quedaron, así se hacen las cosas aquí, y no permiten la entrada a nada que amenace la zona de confort a la cual han llegado.

Que la teóloga, dicen, haga lo suyo, y que no se meta con lo nuestro. Que solamente el sacerdote haga correcciones, que la teóloga solo hable directamente con el padre. Que no se haga ninguna iniciativa de enseñarles nada a ellos. Que vaya con los feligreses comunes, pero que a ellos no les diga nada. Pues pobre hombre, mi párroco, pero que así sea. Yo estoy para servir a Dios y para apoyar a mi sacerdote, tengo un radical compromiso con la Iglesia y la evangelización. Territorialmente son mi comunidad, y sinceramente estoy convencida de que tengo mucho que aportar, por mi carrera y mi experiencia pastoral.

Ya me habían advertido que a la gente no le gusta cambiar, y que tuviera cuidado, que podían volar platos, pero nunca pensé que fuera el estado general de más de la mitad de los miembros del consejo. Y como mi objetivo no es humillar gente para tener la razón, sino que lleguen al conocimiento de la verdad, he sido orillada, y me han obligado, a renunciar al trabajo por las almas de los más importantes de la comunidad, los responsables de la formación de las personas y de la organización de la liturgia.

Qué lástima que no lo sepan todo, pero que prefieran pretender y convivir como quien no tiene nada que aprender.

Se sintieron invadidos en su libertad, lo cual nunca fue mi intención. Sólo pensé, ingenuamente, que estábamos en el mismo equipo. Pensé que estaban dispuestos a derrumbar lo lo que hiciera falta para empezar a trabajar en serio, aunque eso significara levantarnos de entre los escombros. Ahora veo que no, que la Costumbre es el primer valor de la comunidad.

A veces cuesta trabajo encontrar compañeros con quienes caminar el camino a la santidad. Gracias a Dios, tengo ya algunos. En cuanto a ustedes, me alegra que no todos se unieron a las pedradas de anoche, y hubo quienes pidieron que hubiera paz. Al menos sé que habrá quienes no estén sumidos en la incomodidad cada vez que yo entre a la parroquia a hacer lo mío. Lástima por los que se la pasen mal. A mí me da gusto verlos a todos, y sé que son hijos amados de mi Dios y Padre, y por eso lo soporto todo... por la salvación de ustedes. ¿Será muy metiche de mi parte eso, preocuparme por que ustedes lleguen al Cielo? ¿Será que aquí cada quién lucha solo?

Cuentan con mis oraciones, a la distancia, sin molestarlos en lo que han hecho durante años.

La Teóloga Metiche.

No hay comentarios:

Publicar un comentario